Helena Urán Bidegain: poniéndole palabras al horror
23 de noviembre de 2020Aun hoy se emociona al recordar los hechos. Se le empañan los ojos y se resquebraja su voz. Aquello sucedió hace 35 años, cuando ella era apenas una niña de 10. Pero el dolor sigue intacto.
Corría noviembre de 1985 en Bogotá, Colombia, y el país fue sacudido por uno de los hechos más trágicos de su historia reciente: la toma del Palacio de Justicia por parte del movimiento guerrillero M-19 y la posterior retoma del mismo por el ejército y la policía del país.
El saldo: 98 personas muertas y 11 desaparecidas. Entre las fallecidas, el magistrado auxiliar del Consejo de Estado Carlos Horacio Urán, padre de aquella niña de 10 años, Helena Urán Bidegain.
Y si una muerte violenta siempre es difícil de soportar, cuanto más cuando viene acompañada de una larga serie de mentiras, silencios, complicidades e injusticias.
"Sentí un espanto que me tragué. Quedé en silencio, casi que a la par de la sociedad colombiana”, rememora hoy Helena Urán Bidegain sobre aquellos días, en diálogo con DW.
Tuvo que pasar mucho tiempo, para "muy lentamente poder empezar a reconstruir lo sucedido, y darme cuenta de que yo no era culpable”, tal como la niña que fue, vaya paradoja, lo percibía.
Hoy vive en Alemania, tierra a la que llegó huyendo de la violencia en su país y que hoy la cuenta entre sus ciudadanas, y que ha sido clave en su "proceso de memoria”. "Alemania me dio un suelo y un soporte para poder exteriorizar algo que yo venía silenciando y ocultando a lo largo de décadas”, dice.
"Estar en este país, que ha hecho un trabajo tan importante en superación del pasado, fue un impulso muy importante para mí, me ayudó a entender la dimensión de lo que yo había vivido y la importancia de hacerlo público”, reflexiona.
Así, tras un proceso de investigación tan doloroso como tenaz, Helena Urán Bidegain ha encontrado valiosas respuestas, que ha plasmado en su reciente libro "Mi vida y el Palacio, 6 y 7 de noviembre de 1985”, de editorial Planeta.
"Mi papá fue torturado y asesinado”
"La muerte de mi papá fue un crimen de Estado”, afirma en diálogo con DW. "Mi papá fue torturado y asesinado por las fuerzas de seguridad", sostiene desde Berlín.
"Sin embargo, durante décadas la verdad oficial sostuvo que había fallecido como consecuencia de los enfrentamientos entre la guerrilla y las fuerzas de seguridad dentro del Palacio de Justicia”, explica.
"Desde el Estado colombiano no se quiso explicar lo que había pasado, al contrario. Y no hubo voluntad de investigar”, asegura. "Y es claro que sabían quién era mi papá, y lo asesinaron por pensar diferente y defender los derechos humanos”, continúa Urán Bidegain.
De hecho, el magistrado Urán se desempenaba en la Sección Tercera del Consejo de Estado, que era la encargada de juzgar al Estado. "Y en esa época el Consejo había condenado de manera histórica al Estado por un caso de tortura a una médica junto a su chiquita de 6 años, y el ejército estaba poco contento con esa condena”, explica la autora.
"Yo no pretendo justificar a la guerrilla y acusar solamente al ejército. La guerrilla tuvo, por supuesto, su responsabilidad. Fueron ellos los que entraron, y si no lo hubieran hecho, no hubiera pasado lo demás. Sin embargo, quien torturó, ejecutó y desapareció personas fue el ejército”, sostiene.
Efectivamente, la Comisión Interamericana de Derechos Humanos, en su sentencia en 2014 sobre el caso, encontró responsable al Estado colombiano por graves violaciones a los derechos humanos y la reacción desproporcionada de las fuerzas de seguridad durante los acontecimientos.
Asimismo, la CIDH ordenó una serie de reparaciones, entre las que están: realizar las investigaciones necesarias para establecer la verdad de los hechos, determinar, juzgar y sancionar a los responsables, así como identificar el paradero de las víctimas desaparecidas.
Esclarecimiento que aún espera
"El caso del Palacio de Justicia es un hecho muy emblemático en la historia del conflicto armado”, afirma, asimismo, Alejandro Valencia, abogado, defensor de derechos humanos e integrante de la Comisión de la Verdad de Colombia, quien accedió a dialogar con DW.
"Por la magnitud y el símbolo que significa este caso, es importante asumir con seriedad lo que ocurrió”, indica Valencia.
Y va incluso más allá: "Colombia tiene que mirarse al espejo, y esto significa su pasado. Y si no lo hace de una manera digna y respetuosa frente a las víctimas y frente a lo que sucedió, pues va a ser muy difícil alcanzar una no repetición de hechos violentos”.
"La violencia genera mucho dolor, muchas heridas, y trae altos impactos, no solo para las víctimas individuales, sino también para la comunidad: lo más relevante es enfrentar esos traumas, para de una u otra forma solucionarlos”, asegura el comisionado ante DW.
Helena Urán Bidegain ha hecho lo propio. Y sobre la escritura de su libro refiere: "ha sido importante a nivel personal, pero sería muy gratificante si también contribuyera a algún cambio a nivel social y colectivo, y para reflexionar sobre lo que nos ha pasado”.