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Los empleados del este siguen siendo explotados en Alemania

Grzegorz Szymanowski.
Grzegorz Szymanowski
17 de diciembre de 2020

Solo una pandemia ha puesto fin a la explotación de trabajadores en los mataderos alemanes, pero hay otros sectores donde los "empleados móviles" soportan condiciones de trabajo intolerables, opina Grzegorz Szymanowski.

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Coronavirus - Ausbruch bei Tönnies
Imagen: Imago Images/biky/M. Stepniak

Parece una banalidad, pero en realidad se trata de un punto de inflexión. En el futuro, la industria cárnica alemana deberá contratar a las personas que sacrifican, descuartizan y producen carne en sus fábricas. La nueva ley de protección y control laboral prohíbe emplear personal ajeno a la plantilla en sus grandes fábricas de carne y salchichas. De esta manera, se pone fin a las precarias condiciones laborables que favorecieron los masivos brotes de coronavirus en los mataderos la pasada primavera.

En realidad, es un asunto bochornoso, porque las condiciones de trabajo y las miserables condiciones de vida de casi todos los trabajadores del este de Europa sin excepción eran conocidas desde hace tiempo. Pero hasta que los brotes de coronavirus de los mataderos no pusieron en peligro a los vecinos de las fábricas, no hubo voluntad política de implementar mejoras para los empleados extranjeros.

Toda Alemania se beneficia de la explotación

En realidad, los mataderos no son un caso excepcional. En obras, recogida de fresa y espárragos, cuidado de ancianos en el hogar y en centros logísticos sucede algo similar. También estos ámbitos emplean personas del este de Europa con menos protección laboral y peores condiciones que sus colegas alemanes. Desde que la UE se ampliara con los países del este, las diferencias salariales entre oriente y occidente hacen que polacos, húngaros, rumanos y búlgaros vengan a trabajar a Alemania. Un par de meses aquí y después un par de meses en casa, una especie de carrusel de "trabajadores móviles", como se denomina a los empleados no alemanes de la UE que trabajan, pero no viven de forma permanente en Alemania. Desde entonces se ha establecido todo un sistema para atraer de diferentes maneras a Alemania a trabajadores que no disfrutan de los mismos derechos que los locales.

 Grzegorz Szymanowski
Grzegorz Szymanowski, de DW.

En la actualidad, sectores enteros del país dependen de estas personas. Cuando las fronteras europeas se cerraron en primavera por el coronavirus, los agricultores clamaron por la falta de mano de obra para sus cosechas. En aquel momento, se trajo a 80.000 rumanos para la recogida del espárrago. En Alemania hay unos 300.000 ancianos cuyos cuidados durante las 24 horas del día corren a cargo en gran parte de mujeres del este de Europa, aunque en sus contratos de trabajo solo se reflejan 40 horas. Sin estas cuidadoras mal pagadas, el sector de la atención a la tercera edad seguramente colapsaría en Alemania.

Las agencias intermediarias salen ganando

Toda esa fuerza laboral tiene el mismo problema: para reducir costos y responsabilidades, las empresas alemanas no contratan a esos empleados de forma directa. Las grandes beneficiadas de esta situación son las agencias intermediarias, que se aprovechan de los recovecos legales que alberga la regulación sobre movilidad laboral de la UE. A menudo, los empleados pagan comisiones tan elevadas a los intermediarios, que, de facto, ganan menos del salario mínimo. Y, una vez en el lugar de trabajo, descubren que las agencias no les hicieron seguros por enfermedad. Hay una frase que los trabajadores móviles repiten una y otra vez: "Nunca hubieran creído que reinaran tales condiciones de trabajo  precisamente en un Estado de derecho como Alemania".

Sacrificar animales: las consecuencias de comer carne

Los gobernantes han hecho la vista gorda durante mucho tiempo. Los expertos hablan incluso de una "actitud conocedora" de la política, en la que se saben cuál son las circunstancias, pero se aceptan, siempre y cuando todo siga funcionando. En los países de origen, los políticos se alegran de tener cifras más bajas de desempleo, y del dinero que los trabajadores móviles llevan a casa. La Justicia, por su parte, se muestra resolutiva cuando en alguna ocasión estos casos llegan a los tribunales. Por ejemplo, el de una cuidadora de ancianos búlgara, a la que se pagaba el salario mínimo por una disponibilidad laboral de 24 horas al día. La jueza se mostró sorprendida de que no hubiera jurisprudencia sobre este caso y que no hubieran acabado anteriormente muchos más en los tribunales.

Es necesaria una solución nacional y europea

Pero las personas que vienen solo unos cuantos meses a Alemania, cuyo idioma no dominan y donde no conocen a nadie, tienden a soportar condiciones intolerables hasta volver a casa. Rara vez se organizan para luchar por mejorar su situación. Por ese motivo, ahora es necesario dar pasos en determinados sectores, como la prohibición de que terceros emitan contratos de trabajo en la construcción, y salarios más elevados en el cuidado de ancianos. Básicamente, los "empleados móviles" necesitan mucha más oferta de asesoramiento sobre sus derechos. Y, a nivel de la UE, es necesario implantar un registro en tiempo real para comprobar si las personas están aseguradas. La pandemia del nuevo coronavirus ha hecho saltar por los aires el sistema en el sector cárnico, conduciéndolo a transformaciones duraderas. Ojalá no haga falta una nueva pandemia para reforzar los derechos de los trabajadores de los países del este en otros sectores.

(ms/cp)