Barroco quiteño en Hamburgo
6 de noviembre de 2010“En América Latina saben todo sobre Europa y nosotros no sabemos nada sobre ellos”, sentencia Wulf Köpke, director del Museo Etnológico de Hamburgo. “Esperamos abrir los ojos con esta muestra, que para el Hamburgo protestante es algo muy exótico”, agrega.
Unas 80 obras pueblan una de las salas del museo, delicadamente montadas en un entorno de fotografías que retratan la majestuosa arquitectura y las particularidades de la capital de Ecuador.
Con textos que introducen al visitante en la historia, la religiosidad y el arte de la Real Audiencia de Quito, el recorrido conduce desde miniaturas finamente talladas hasta majestuosas figuras sacras.
Se trata de pinturas, esculturas y obras de orfebrería creadas en los siglos XVII y XVIII en la que fuera la primera y más importante escuela de artes y oficios de América del Sur. El arte colonial nació como una respuesta a una necesidad social: la construcción y el ornato de la nueva ciudad y el adoctrinamiento de los indios.
Allí se formaron indígenas de prestigio, vinculados a la familia del Inca, que fueron contratados por su destreza. Ellos dejaron también, sobre los modelos religiosos impuestos, vestigios de su propia vida, cultura y época, que es posible descubrir en la representación de alimentos o partes de la indumentaria.
Verdadera primicia
“Es una muestra única y muy representativa del arte barroco quiteño”, cuenta orgulloso el embajador de Ecuador en Alemania, Horacio Sevilla. “A diferencia del barroco europeo”, explica, “quienes elaboraban las obras eran artistas indígenas. Muchas de estas piezas son verdaderas primicias”.
La curadora de la muestra, Ximena Carcelén, explica que es la primera vez que salen del país latinoamericano piezas de tan extraordinario valor artístico: “Algunas no han sido vistas ni siquiera en Ecuador, pues están en conventos de clausura, o se han podido contemplar desde lejos, como la Asunción de la Virgen, que está en el altar de la iglesia de San Francisco”, señala.
Ahora, dicha virgen se encuentra a pocos metros del espectador y puede ser admirada en todo su valor artístico. La pieza es imponente, como las demás de la muestra, que dan cuenta del esplendor artístico que vivió Ecuador, donde también se creaban obras para otras ciudades de América Latina. “La escultura quiteña fue muy famosa por la gran calidad, destreza y dominio del color que alcanzaron los artistas, y por la delicadeza de sus figuras”, indica Ximena Carcelén.
“El barroco en Europa fue el arte de la contrarreforma, mientras que al barroco quiteño le llaman el arte de la ‘contraconquista’”, dice Köpke, “ésta es una muestra propia del mestizaje”. El director del Museo Etnológico destaca que en Ecuador existe gran devoción por estas figuras religiosas, por lo que agradece la comprensión de quienes han aceptado separarse de ellas durante los cuatro meses que dura la exposición.
Abriendo más puertas que la del arte
A la inauguración de la muestra finalmente no asistió el presidente ecuatoriano, Rafael Correa, quien canceló su visita por diferencias con el Gobierno alemán en torno a un proyecto ecológico. Sí lo hicieron autoridades y algunos ministros. Más allá de la política, Köpke cree que iniciativas artísticas como ésta contribuyen a cambiar y mejorar la imagen de los países latinoamericanos en Europa.
Detrás de estas maravillas del arte religioso se descubre el alma, la cultura, la historia y la verdadera riqueza de un país. Tras el esfuerzo de Ecuador por traer las piezas hasta Hamburgo surgen también nuevas posibilidades de cooperación e intercambio con los profesionales del museo hamburgués, que seguro darán nuevos frutos tanto en Alemania como al otro lado del Atlántico.
Autora: Victoria Dannemann
Editora: Luna Bolívar Manaut