Hallan en Egipto una antigua "ballena caminante"
25 de agosto de 2021Un nuevo depredador semiacuático que tiene un parentesco con las ballenas ha sido descubierto en Egipto, lo que podría ofrecer nuevas pistas sobre la evolución de los cetáceos, según publicó este miércoles (25.08.2021) la revista científica Proceedings of the Royal Society B: Biological Sciences.
El ejemplar, que caminaba y nadaba hace 43 millones de años en lo que actualmente es Egipto, era un temible depredador de alrededor tres metros de largo, capaz de morder fácilmente a sus presas, tanto en el agua como en la tierra.
Los investigadores nombraron a la nueva especie encontrada como Phiomicetus anubis. Su nombre se debe a que el cráneo del animal tiene cierta similitud con la cabeza de chacal característica del dios mitológico egipcio Anubis.
Un depredador exitoso
Los paleontólogos, que encontraron el cráneo, los dientes, la mandíbula, las vértebras y las costillas de esta "ballena caminante" en la depresión del Fayum en 2008, estiman que el ejemplar habría pesado al menos 600 kg.
"Fue un depredador activo y exitoso. Creo que era el dios de la muerte para la mayoría de los animales que habitaban junto a él. Descubrimos cómo (sus) mandíbulas feroces, mortales y poderosas eran capaces de desgarrar una amplia gama de presas", dijo Abdullah Gohar, principal autor del estudio.
Una pista sobre el procesos evolutivo de los cetáceos
Asimismo, P. anubis fue calificada como la ballena más antigua (o más "primitiva") de África, perteneciente a un grupo de ballenas semiacuáticas conocido como protocétidos.
Bien es sabido que las ballenas son animales que habitan en el mar. Sin embargo, sus antepasados comenzaron viviendo en tierra y fueron evolucionando hasta convertirse en especies exclusivamente marinas, como las actuales.
El hallazgo podría entregar nuevas luces sobre el desarrollo evolutivo de los cetáceos: "Este fósil empieza a darnos una idea sobre cuándo las ballenas salieron de la región océanica de Indo-Pakistán y empezaron a dispersarse por el mundo", dijo Jonathan Geisler del Instituto de Tecnología de Nueva York y que no participó en el estudio.
Editado por José Ignacio Urrejola