Romper el silencio. Sin miedo, sin resentimiento.
Zoilamérica Ortega recuerda su infancia en Nicaragua. Su madre, Rosario Murillo, la dejó a cargo de su abuela, pues estaba entregada a la lucha política. Cuando fallece su abuela, la madre, que había estado en la cárcel, se lleva a sus dos hijos al exilio a Costa Rica. "Fue una etapa de vacío y soledad” recuerda. En San José, en la casa donde el sandinismo opera en la clandestinidad, conocen a Daniel Ortega. El joven guerrillero tiene ambiciones de poder, como su madre. Allí comienzan los abusos por parte de su padrastro. Es un ambiente angustiante, más para una niña. El abuso "empieza a ser parte de esas cosas que no se pueden decir”. En 1989, tras derrocar a Somoza, regresan a Nicaragua. Continúa el acoso sexual. Su padrastro se destaca como líder, gana poder y es elegido presidente. Ella presenta una denuncia, pero en 2008 la retira. Hoy rompe el silencio y sabe por qué: "Rompemos el silencio para volver a nacer” dice la activista de DD.HH. y docente universitaria desde el exilio.