Guerras cibernéticas: nerds al ataque
8 de agosto de 2013Nadie sabe por qué sale agua sucia del grifo. No hay electricidad y resulta muy difícil explicar qué está pasando. Hay accidentes por toda la ciudad, los semáforos dejaron de funcionar. La gente comenta el último problema que ha tenido la central nuclear. Así podría ser una guerra cibernética: un ataque masivo efectuado y controlado desde una computadora. No habrá bombas ni soldados con tanques, tampoco granadas ni chalecos antibalas; sino simplemente poderosas computadoras, un buen programador informático y una conexión a Internet.
Protección inadecuada
“Afortunadamente estamos viviendo un período pacífico, así que por el momento no debemos tener miedo a este tipo de ataques”, explica Sandro Gaycken, un experto en seguridad informática de la Universidad Libre de Berlín. Pero si la situación geopolítica cambiara, Alemania se encontraría no muy bien protegida: “La infraestructura básica alemana tiene un nivel de protección muy bajo en muchos aspectos. Si alguien quisiera atacarnos con métodos cibernéticos, podría hacerlo”.
Diariamente hay ataques cibernéticos en algún lugar del mundo: son ataques pequeños y dirigidos a infraestructuras gubernamentales, oficinas militares o simplemente compañías. Nadie sabe quién está detrás de ellos. La verdad se conoce solo varios meses o incluso años después. Generalmente, los hackers buscan espacios digitales desprotegidos y se dedican a ver cómo pueden utilizarlos para causar daño. En ocasiones, son los mismos gobiernos los que planean estos ataques.
Stuxnet: un virus contra el programa nuclear de Irán
Uno de los casos más conocidos de los últimos años fue el virus Stuxnet. Se cree que fue el responsable de que las plantas nucleares de Irán se salieran de control. Según la información disponible, el virus manipuló la frecuencia de rotación de las fuerzas centrífugas que permitían el enriquecimiento del uranio. De acuerdo con The New York Times, el virus fue desarrollado por el servicio secreto de Estados Unidos, la Agencia Nacional de Seguridad (NSA, por sus siglas en inglés) y agentes israelíes.
El presidente de Estados Unidos, Barack Obama, ha pedido una lista con todos los posibles ciberataques que podrían perpetarse en las oficinas estadounidenses ubicadas en el extranjero. Así lo ha señalado una información clasificada como "confidencial" y revelada por el diario británico The Guardian.
La OTAN crea directivas
¿Pero se pueden considerar estos ataques como actos de guerra? ¿Cómo podría responder un Estado a un ataque similar? Una unidad de la OTAN especializada en delitos cibernéticos ha creado un manual con más de 95 reglas que orientan a sus Estados miembros en caso de que hayan sido víctimas de un ataque cibernético. Estas propuestas no son vinculantes.
El experto en derecho internacional Wolff Heintschel von Heinegg, de la Universidad Europea en Frankfurt (Oder), contribuyó a la creación del manual. "En términos legales no existe ninguna diferencia entre hacer estallar un proyectil de artillería o provocar un ataque cibernético”, dice a Deutsche Welle.
Una peligrosa amenaza
Al mismo tiempo, no sería legítimo responder a cada ataque cibernético como si se tratara de un arma de destrucción y utilizar el argumento de la autodefensa. “Es necesario que el daño sea particularmente severo”, dice von Heinegg. Si ese fuera el caso, la víctima podría responder con armas convencionales como bombas, por ejemplo.
El experto en Tecnologías de la Información Gaycken no ve factible ese escenario. Piensa que los ataques cibernéticos son más bien una peligrosa amenza económica: “Se pueden sabotear aspectos muy concretos de industrias claves, como por ejemplo, la automovilística o la aérea. Si estas presentaran fallas tendrían que retirar su productos y eso podría hacerles perder credibilidad”.
Tanto el espionaje industrial como los ataques cibernéticos podrían causar daños importantes a la economía de un país y, a largo plazo, llevarla al colapso.
Autor: Marcus Lütticke / Israel Ayala
Editora: Emilia Rojas