Grecia: ¿Una pausa del Euro?
23 de marzo de 2015Tras la pedagógica reunión de los líderes de la UE y el jefe de Gobierno griego, Alexis Tsipras, en Bruselas, la calma vuelve al escenario. Las duras palabras de Atenas se han amortiguado provisionalmente y la canciller alemana se muestra conciliadora. Pero el próximo enfrentamiento ya está programado: Tsipras contó a los suyos que tiene que escribir una lista de reformas para que vuelva a entrar dinero en el país. La lectura oficial es: tiene que elaborar una lista con reformas creíbles y los primeros pasos para reorganizar su nación.
El parlamento de Atenas aceptó la seriedad de la petición y aprobó una ley bastante generosa que permitirá a los griegos pagar sus impuestos retrasados. Por lo menos, entrará dinero a las arcas, algo muy necesario en vista de la amenazante quiebra que los funcionarios de la UE anticipan para principios de abril.
En los próximos meses, Grecia tendrá que hacer frente a pagos por valor de 4.300 millones de euros para el Fondo Monetario Internacional (FMI) y los mercados financieros, para los que usará los 7.000 millones de euros concedidos en el último rescate. Igualmente, está claro que, teniendo en cuenta la situación del país, esta cifra es muy efímera porque entre julio y agosto Atenas se enfrentará al vencimiento de deudas multimillonarias a las que el Gobierno no podrá hacer frente. Pese al trato acordado “Dinero a cambio de reformas”, únicamente se retrasará la bancarrota, puesto que Tsipras ya no tiene tiempo para dar los pasos necesarios.
¿Sería la ocasión adecuada para cuestionar algunos supuestos básicos? Por ejemplo, sobre las palabras de Merkel “si fracasa el euro, fracasa Europa“. ¿Fracasaría el euro porque un pequeño país no logre cumplir las condiciones? Seguramente no, y mucho menos Europa.
Quedarse, salir o…
Para el resto de la eurozona habría tres posibilidades. La primera sería seguir financiando al Estado griego por los próximos 10 ó 20 años. El país es pequeño y nos lo podemos permitir. Pero electores de otros países miembros se podrían oponer y los populistas de derecha podrían usar este argumento e incluso terminar bloqueando decisiones del Eurogrupo. También se puede dejar que Atenas se estrelle contra el muro, un accidente para la salida del euro. Entonces, habría que prestar ayuda humanitaria a Grecia porque comenzaría un proceso de transformación caótico y difícil con graves consecuencias sociopolíticas.
Por último, también habría una tercera variante: acordar una salida temporal para los próximos años. Hasta entonces, Atenas no estaría obligada a cumplir con las deudas de la UE, sino solo con las de los mercados financieros y el Fondo Monetario Internacional. Para pagar esto, el país necesitaría ayuda de otros países europeos, pero podría actuar autónomamente y sacar una moneda paralela propia que se devaluaria radicalmente en el país debido al pobre rendimiento económico
No sería un remedio milagroso, puesto que Grecia exporta poco y vive del turismo y agricultura. La ventaja sería que Grecia no contraería más deuda y ni el Banco Central Europeo ni los mercados le prestarían dinero. Los griegos tendrían que buscar un camino hacia su propia salvación. Probablemente sin el Gobierno de Tsipras, cuya política económica se orienta hasta ahora en la divisa “el dinero crece en los árboles”.
Esta aventura en el lado salvaje sería una forma de que los griegos desarrollaran sus propias ideas, planes y su sentido de comunidad para emprender reformas estructurales. Y ante los demás escenarios para el futuro del país, por lo menos este tendría cierto encanto en vez de apuntar a una catástrofe segura.