Genocidio armenio: Alemania se sincera
24 de abril de 2015En el fondo, no se trata de esta palabra: genocidio. Y, sin embargo, es verdaderamente liberador que tanto el presidente federal, Joachim Gauck, como los parlamentarios del Bundestag hayan expresado aquello que entretanto se considera una verdad histórica: en el territorio del entonces imperio otomano se llevó a cabo, a partir de 1915, una sistemática expulsión y exterminio de armenios.
Lammert: “Fue un genocidio”
Mientras que los gobiernos alemanes no llamaron hasta ahora esos hechos históricos por su nombre -por consideración con Turquía, aliada de la OTAN-, el Parlamento y el presidente germanofederal han puesto las cosas en claro. “Fue un genocidio”, dijo el presidente del Parlamento, Norbert Lammert, en el acto conmemorativo del Bundestag, desechando cualquier ambigüedad. Eso, sin duda, provocará indignación de parte turca. Y también gatillará quizás alguna crisis diplomática que el gobierno federal habría querido evitar. No obstante, esta aclaración histórica bien vale arriesgar una controversia. Por una razón sencilla: callar crímenes nunca ha conducido a poner fin a enemistades entre personas y pueblos. Y en las relaciones turco-armenias hay todavía muchos resentimientos que corresponde eliminar.
Se trata de algo más que de reducir los crímenes a una palabra. Tampoco se trata del propio concepto jurídico de genocidio, derivado de la convención de 1948. Usar este término ayuda más bien a entender la dimensión del crimen de entonces. Y eso es importante para devolverles su dignidad a las víctimas y reconocer el sufrimiento que padecieron. Por otra parte, también es imprescindible porque, de otro modo, las próximas generaciones seguirán transmitiendo un relato apartado de la historia, que puede ser germen de nuevos conflictos.
Corresponsabilidad alemana
Reconocer el crimen de entonces como genocidio no constituye una intromisión alemana en asuntos turco-armenios. Más bien es también una expresión tardía de la corresponsabilidad alemana en lo ocurrido. El imperio alemán miró hacia otro lado cuando los que tenían el poder en el imperio otomano se propusieron crear un estado étnicamente homogéneo, expulsando y ejecutando a los cristianos armenios. La propia ventaja bélica fue para los alemanes más importante que evitar un crimen de lesa humanidad; un crimen que probablemente solo podrían haber evitado los alemanes. De esa indiferencia por lo ocurrido con los armenios brota la corresponsabilidad alemana. Y el Bundestag se pone ahora a la altura de esa responsabilidad.
Búsqueda de la verdad
Nadie en Alemania responsabiliza a la Turquía de hoy por lo ocurrido hace 100 años. Pero, como dijo acertadamente Norbert Lammert: “El gobierno turco es responsable de lo que ocurra con esta conmemoración en el futuro”. Hasta ahora, Ankara refuta que hechos históricos como de los 1915 puedan ser situados en su contexto histórico por un Parlamento. Considera que para eso hay tribunales y solo ellos tienen el derecho de hacerlo. Tras la jornada de hoy en el Bundestag ha quedado sin embargo en claro que un Parlamento es un buen sitio para abordar capítulos oscuros de la historia. Porque cuando el presidente federal y el Parlamento nombran un crimen por su nombre, no muestran arrogancia ni amnesia histórica. Por el contrario: teniendo en cuenta la corresponsabilidad alemana en el genocidio contra los armenios, Alemania se muestra sobre todo honesta.