Las islas Galápagos, a mil kilómetros de tierra firme, son únicas en biodiversidad y belleza. Pero por su ubicación mucho de lo que allí se consume llega en avión o barco desde el continente. El transporte es caro, complicado y contaminante. Por eso, estas islas volcánicas trabajan por ser autosuficientes. Eso sí, sin alterar su tesoro más preciado: su ecosistema.