G-8: cumbre entre escombros
7 de julio de 2009Acosado por las consecuencias de sus desmanes y escándalos de faldas, que le costaron ya su matrimonio y siguen saliendo a la luz pública salpicando su imagen, el presidente italiano, Silvio Berlusconi, se prepara para recibir a sus homólogos, los líderes de los países más ricos del mundo más Rusia, que celebrarán su cumbre anual, según ha dispuesto el anfitrión, en un escenario entre ruinas.
Berlusconi recibirá a sus huéspedes en los Abruzos, una región sísmica situada en el centro de Italia, que sigue registrando temblores tras el devastador terremoto el pasado 6 de abril que derrumbó un 90 por ciento de las viviendas en la localidad de L’Aquila, matando a 300 personas y dejando a otras 50,000 sin techo. La intención del político y magnate mediático de 72 años es que con ello se recauden fondos para reconstruir la zona y de paso mejorar su imagen, deteriorada por los escándalos sexuales que podrían acabar terminando con su gobierno.
Nuevo orden financiero
Un enorme centro de capacitación de la policía bancaria ha sido readecuado para recibir a los líderes, así como a unos 6.000 periodistas que cubrirán la cumbre. Ahí los mandatarios de Alemania, Francia, Reino Unido, Italia, Canadá, Estados Unidos, Japón y Rusia, que registraron una severa contracción económica este año, discutirán sobre un nuevo orden financiero mundial. Pese a las diferencias existentes sobre los mecanismos necesarios para regular los mercados se trata de prevenir que en el futuro vuelva a suceder una turbulencia financiera tan devastadora como la reciente, detonada por la crisis inmobiliaria en Estados Unidos.
Sin embargo hay dudas de que el G-8 sea la plataforma adecuada para resolver estas cuestiones de índole mundial en la que los mercados emergentes ya no pueden ser ignorados. La canciller alemana Angela Merkel ha sido la primera entre los líderes del G-8 en poner el dedo en la llaga, al declarar ante el Parlamento alemán que el mundo está creciendo unido y los problemas que enfrentamos no pueden ser ya resueltos únicamente por los países industrializados. “Yo creo que el G-20 debería ser el formato para tomar decisiones en el futuro”, dijo la canciller la semana pasada, aunque consideró que el G-8 es un foro adecuado para realizar los preparativos.
El presidente brasileño, Luiz Inacio Lula da Silva, que participará en la cumbre en calidad de invitado especial junto con los líderes de China, India, Sudáfrica y México, - el grupo de los cinco países emergentes más poderosos del mundo- afirmó por su parte, que es necesario que las naciones emergentes sean incluidas al debatir las medidas necesarias para hacer frente a la crisis financiera mundial. Lula destacó en su programa radial de ayer, que Brasil llegará a la cumbre del G-8 en una posición cómoda para debatir en condiciones de igualdad con los países ricos.
El desafío climático
Por lo demás, otro de los platos fuertes de la agenda es la protección climática, un tema que defiende la Unión Europea a capa y espada. Los europeos se han puesto como objetivo el mantener el calentamiento global en el límite de 2 grados celsius con respecto a la época preindustrial, lo que se traduce en una reducción del 50 por ciento de las emisiones globales efecto invernadero para el 2050. Eso significaría que los países industrializados tendrán que reducir sus emisiones en por lo menos un 80 por ciento en dicho período. Algunos países como Japón, Rusia y Canadá no han mostrado gran interés en atarse a ese compromiso de largo plazo. Estados Unidos, tradicionalmente la potencia que ha bloqueado todo compromiso de consenso, muestra ahora su disposición a cooperar.
No parece mucho, pero si la temperatura global promedio asciende en dos grados Celsius, habría consecuencias devastadoras en el planeta. Las selvas del Amazonas y el Congo sufrirían sequías y acabarían agonizando, los glaciares se derritirían perdiéndose importantes reservas de agua dulce. Se estima que a nivel mundial son emitidos anualmente 35.000 millones de toneladas de gases efecto invernadero, lo que es suficiente para provocar en unos años un colapso del sistema climático.
Así las cosas, tal vez no sea tan mala idea que los líderes de los países ricos se reúnan entre ruinas, aunque sea simbólicamente percibirán a flor de piel los desafíos que amenazan al planeta.
Autora: Eva Usi
Editor: José Ospina Valencia