Grass y Wolf, Declaración de Leipzig
18 de marzo de 2010La crítica de autores como Günter Grass y Christa Wolf en torno a la “negligente aceptación” de plagios hay que entenderla como una reacción a la controversia surgida en torno a Helene Hegemann.
La autora, de 17 años, fue aclamada después de la aparición de su primer libro, Axolotl Roadkill, como la naciente estrella de la literatura alemana. Cuando se supo que su fuente había sido, entre otras, un bloguero, algunos críticos cambiaron de opinión. En las revistas literarias se inflamó a raíz de ello el debate acerca de en qué medida está permitido copiar. ¿Cuánto valor tienen hoy en día conceptos como propiedad intelectual y autenticidad?
En su año de debut como autora, Hegemann está nominada para el premio de la Feria del Libro de Leipzig. El que gigantes literarios como Grass y Wolf se declaren a favor de la propiedad intelectual firmando una declaración, hace del caso Hegemann un asunto de Estado, literariamente hablando.
La declaración
Leipzig, 15 de marzo de 2010: Cuando un plagio es considerado merecedor de un premio, cuando el robo intelectual y la falsificación son aceptados como arte, se pone de manifiesto una negligente aceptación de delitos en el campo del quehacer literario.
Toda obra literaria es una obra de arte original. Esto vale para todos los tipos de técnicas de la creación de textos, también para los collages literarios. Las posibilidades de los nuevos medios, también la del Internet, no cambia en nada el hecho de que la protección de la propiedad intelectual y el respeto a los derechos de autor siguen válidos y tienen prioridad.
La creatividad artística sólo puede germinar en una sociedad si tanto traductores como escritores, si todos los creadores artísticos de la palabra pueden confiar plenamente que se respete el derecho de autor de sus obras.
El irrespeto, el menoscabo y la violación punible de los derechos de autor conducen a la devaloración, la renuncia y finalmente a la pérdida de toda producción intelectual y artística propia.
Copiar sin permiso y sin nombrar al autor intelectual se percibe en la generación más joven, también debido al desconocimiento del valor de la producción creativa, como un pecado venial. No obstante, es claramente punible –tanto como lo es el apoyo a esta “concepción del arte”. Quien entienda la violación de derechos de autor en forma de plagios, entre otras, como originalidad pone en peligro la base espiritual y material del quehacer creativo.
La Asociación de Escritores Alemanes exhorta a todos los implicados en el ramo del quehacer literario –especialmente a las casas editoriales, editores, críticos literarios, jueces- a condenar el robo intelectual.
Sólo así protegemos el valor del arte de la palabra y la libertad artística de todas las autoras y los autores.
Firman:
Claire Bayer, Hans Peter Bleuel, Horst Bosetzky, Anna Dünnebier, Uwe Friesel, Günter Grass, Günter Kunert, Dieter Lattmann, Sybille Lewitscharoff, Jürgen Lodemann, Erich Loest, Regine Möbius, Gerlinde Schermer-Rauwolf, Hinrich Schmidt-Henkel, Friedrich Schorlemmer, Christa Schuenke, Imre Töröck, Christa Wolf
Autor: Jan Bruck/mb
Editor: Enrique López