Comunidades y recursos naturales
6 de junio de 2014La gestión de los recursos naturales en América Latina y el desafío que representa para las comunidades locales han sido tema de dos investigaciones europeas que culminan en pocos meses. La biodiversidad de los bosques de Oaxaca, el manejo de una franja costera en Argentina y el agua en la región del Chocó, en Colombia, han sido los temas de Comet-La (Community management of environmental challenges in Latin America).
La estructura actual de la gestión de los recursos en Argentina, Bolivia, Brasil, Chile, Colombia, Ecuador, El Salvador, Guatemala y México ha sido el tópico principal del Engov (Environmental governance in Latin America and the Caribbean).
El conflicto en el Chocó
“De nuestros coinvestigadores –que han tenido una formación de tres años en todas las técnicas, desde análisis medioambiental, estadísticos, prospectiva, análisis de género, sostenibilidad - van a salir los nuevos líderes”: así resume a DW María del Mar Delgado, profesora de la Universidad de Córdoba y coordinadora de Comet-La, uno de los resultados más importantes del proyecto de investigación sobre el manejo de recursos por las comunidades de la región.
“Los líderes de ahora son combativos, porque han tenido que pelear; no hace ni quince años que se ha reconocido su derecho al territorio, todavía están creando la institucionalidad”, dice Delgado.
A los habitantes de las comunidades del Chocó, afrodescendientes, el gobierno les reconoció en 1993 la propiedad colectiva de su territorio que comprende algunas cuencas de ríos. La ley reconoce también su derecho a la protección de su identidad cultural, sus formas de producción tradicionales basadas en la gestión de sus recursos naturales en un entorno que es santuario de biodiversidad.
La explotación ilegal de madera, la caza y la minería legal e ilegal han puesto en pie de lucha a los habitantes de la región.
“Hemos identificado 15 o 20 factores socio-ecológicos claves que definen la dinámica, también factores que la bloquean y posiciones intermedias”, dice Delgado, ingeniera agrónoma, subrayando que en el estudio se trata sobre todo de la subjetividad de las comunidades. En el proyecto –de un monto de 2,5 millones de euros, con un 76% de participación europea- participan cuatro universidades europeas y tres latinoamericanas.
“Estamos construyendo tres escenarios de futuro, identificando cuáles son las grandes amenazas, dónde hay oportunidades. Lo que vamos a darle a las comunidades es una herramienta para pensar, se está creando la conciencia de que ellos sí tienen algo que decir en su futuro”, afirma con esperanza.
Sin visibilidad ni voz
“Utilizando métodos académicos, hemos trabajado con la comunidad para dilucidar qué futuro quieren ellos. Que no solo existe la alternativa de mina o no mina”, cuenta por su parte a DW Barbara Hogenboom, del Centre for Latin American Research and Documentation de la Unversidad de Amsterdam, hablando del conflicto en Ecuador por el proyecto minero en Intag.
En el proyecto de cuatro años que Hogenboom coordina participan 6 socios de América Latina y cuatro de Europa.”Hemos trabajado en ocho temas diferentes. Uno de ellos es cómo está cambiando la gobernanza ambiental en la región por los cambios de las élites políticas".
“Aunque ahora, en general, hay más regalías para los gobiernos regionales, detectamos mucha corrupción, muy mal manejo general a nivel local de los megaproyectos. Muchas veces el gobierno está en la capital y no tiene gente que vaya a la región. Hay problemas con los territorios, con impactos ambientales que no llegan a la prensa local. Hemos encontrado a poblaciones fuertemente impactadas, pero sin voz ni visibilidad”, cuenta Hogenboom.
El problema de la consulta previa
Una resistencia a las consultas hechas por los gobiernos o las empresas detectan los investigadores. Con todo, “sí hay iniciativas muy interesantes que salen de las propias comunidades, en el sentido que sí quieren decidir sobre el futuro de su territorio. Una investigación así demuestra que hay mucha más actividad de democratización de abajo hacia arriba”.
Por ello, la última fase del trabajo incluye la difusión amplia de los resultados, “para que en Europa se conozca esa realidad”, dice la investigadora de Amsterdam, subrayando que éste es un valor añadido del proyecto de investigación .
En su opinión, independientemente de que se traduzcan o no en políticas concretas, estos trabajos “ayudan a las comunidades a pensar en diferentes escenarios para el futuro, acerca de lo pasaría con la comunidad cuando venga la industria extractiva, acerca de otras posibles direcciones de desarrollo, cuál sería el impacto para el empleo y para el medio ambiente si hubiese más inversión en ecoturismo, por ejemplo”.