Camila incluye en su identidad de adulta a Cristian Omar, aquel niño del que surgió el afán de leer, de escribir y de pintarse los labios con el lápiz labial de su mamá. Camila fue vendedora ambulante, trabajadora de sexo y actriz, pero la escritura fue su constante compañera en su transformación de adolescente a mujer. Sus padres eran vendedores ambulantes y sobre todo al padre le costó aceptar que su hijo no quería ser varón. Pero Camila también cuenta que le regalaron una inmensa máquina de escribir cuando se dieron cuenta de que su pasión era la escritura. Y acabaron por aprender a ser padres orgullosos de una travesti. A pesa de todos los abusos y las burlas, Camila se convirtió en lo que decidió y no en lo que le impusieron. En Fuerza Latina DW afirma que, a pesar de que muchas personas hetero con dinero la querrían ver muerta, ella se vengará "viviendo bien”.