Friburgo: paraíso de la bicicleta
21 de abril de 2006
Para los conductores el mensaje no tiene nada de ambiguo: hay que quedarse fuera. Las plazas para aparcar no abundan en el centro. Por el contrario existen cantidad de aparejos para colocar bicicletas, sobre todo alrededor de la Universidad. Ubicar aquí entre miles la propia requiere buena memoria. La ciudad integra un circuito para ciclistas de unos 400 km. de longitud. En algunos tramos se producen auténticas aglomeraciones. Ejemplo de ello es el así llamado Puente Azul, que atraviesa las vías del tren y conduce a la universidad. Más de 10.000 ciclistas lo cruzan a diario.
Caer en un canal
El pintoresco casco antiguo, el corazón de Friburgo, es sin embargo tabú para las bicicletas. De hecho las angulosas callejuelas son más apropiadas para pasear a pie, aunque albergan un riesgo insospechado: los riachuelos. Estos pequeños canales atraviesan todo el casco viejo. Un paso en falso y al agua. Y con consecuencias, un proverbio de la ciudad dice así : Quien meta el pie en un canal se casa con un Friburgues o Friburguesa.
Centro ecológico
Los ciclistas confieren un carácter especial a la ciudad pero no son la única expresión de la conciencia ecológica imperante en Friburgo. En ninguna otra ciudad de la República Federal de Alemania existen tantas instalaciones medioambientales. El Instituto para la ecología tiene aquí su sede, El Consejo Internacional para iniciativas medioambientales tiene aquí su secretariado europeo y además Friburgo cuenta con el Instituto Frauenhof para sistemas de energía solar y la Asociación Mundial de energía solar.
De hecho, el sol es uno de factores determinantes de Friburgo. La ciudad se encuentra en uno de los territorios más soleados de Alemania. Además de jactarse de ser la capital ecológica del país, Friburgo se atribuye la denominación de capital solar. Y así es: sobre los tejados de la ciudad se extienden 2000 metros cuadrados de células solares. Incluso el estadio del club de fútbol se ilumina con esta energía. En consecuencia, no sería de extrañar que un día los ciclistas impulsados por el sol amenazaran la seguridad de las vías para bicicletas.