Franz Kafka: desde Praga hacia el mundo
Cuando Kafka vivía, Praga era uno de los centros más importantes de la cultura europea. La ciudad y su gente influyeron en la obra del escritor. En Praga, Kafka sufrió, escribió y alcanzó fama mundial.
Franz Kafka y Praga: amar y sufrir
Franz Kafka nació el 3 de julio de 1883 en Praga. Dotado de una sensibilidad y una curiosidad extremas, la atmósfera de esa ciudad le enseñó a amar y a sufrir, e influyó en su visión del lado absurdo de la modernidad. Allí tuvo encuentros con personalidades de la cultura y con lecturas que lo marcaron definitivamente.
"La metamorfosis"
Un hombre se despierta una mañana y descubre que se ha convertido en un insecto repulsivo, lo que provoca el fin de su vida social. Pierde su empleo, y su familia lo rechaza. Pero en su interior, Gregor Samsa no había cambiado. En esta obra, Kafka plantea la pregunta sobre qué hace a la condición humana.
"El Proceso"
Un día, Josef K., empleado de un banco, recibe la noticia de que ha sido detenido y que debe enfrentarse a un tribunal, pero no sabe por qué. El mecanismo de la Justicia ha comenzado a funcionar sin que él pueda hacer nada. Josef K. está atrapado, sin esperanza, y comprende que el poder del Estado es inmenso, y él, solo un pequeño engranaje. En la foto, Orson Welles, en "El Proceso".
Herman Kafka, el padre
Herman Kafka (1852-1931), el padre de Franz Kafka: un hombre fuerte, seguro de sí mismo, carnicero de oficio. En la familia, su palabra es ley. En su famosa “Carta al padre”, de 1919, el escritor describe al joven Kafka: “Yo, delgado, débil, esmirriado; tú, fornido, alto, de anchas espaldas…”. Pero el hijo se rebela en la literatura y allí transforma a los hombres en fuertes en caricaturas.
Kafka y Nietzsche
En el verano de 1900, la lectura de Friedrich Nietzsche impresiona a Kafka, y lo marca de por vida. A través del prisma nietzscheano, Kafka asume y elabora temas como la soberbia de la Iglesia y del Estado, así como la estrechez de miras de la burguesía ilustrada de su época.
La prometida: Felice Bauer
“Nariz casi quebrada. Pelo rubio, un tanto tieso y sin gracia; mandíbula recia”: así describió Kafka a Felice Bauer en 1912, después de que se encontraran por primera vez. Sin embargo, ella lo fascinó. Se escribieron 500 cartas, se comprometieron dos veces, y dos veces rompió Kafka su promesa de matrimonio. Felice se mudó a EE. UU., lejos del escritor que le robó el corazón durante cinco años.
Hermano de espíritu: Sören Kierkegaard
En sus años mozos, Sören Kierkegaard (1813-1855) vio como varios miembros de su familia morían de diversas enfermedad, algo que influyó en su concepto filosófico. Kafka está fascinado con Kierkegaard: “Como pensaba”, escribió en 1913, “su caso es, a pesar de diferencias sustanciales, muy parecido al mío”.
Médico de almas: Sigmund Freud
El yo es débil, y ni siquiera es señor en su propia casa. “De Freud pueden leerse cosas inauditas”, escribió Kafka en 1912. El escritor supo apreciar los descubrimientos del padre del psicoanálisis, pero era escéptico en cuanto al poder de sanación de esa disciplina.
Su mentor: Max Brod
Kafka sufría de falta de autoestima. Su amigo Max Brod (1884-1968), trataba de que reconociera el valor de su obra. Pero en 1924, el año de la muerte de Kafka, el escritor decide ordenar la incineración de sus manuscritos. Max Brod se decidió a no cumplir con el testamento. En lugar de ello, publica los escritos de Kafka, rescatando así una de las obras literarias más importantes del siglo XX.
El biógrafo de Kafka: Saul Friedländer
El historiador Saul Friedländer vio en el destino de Kafka el suyo propio. Como el del escritor, también el padre de Friedländer estudió en la Universidad de Praga. Y también los padres de Friedländer fallecieron en campos de concentración nazis. Friedländer volvió antes del Holocausto y escribió una de las más bellas biografías de Franz Kafka.