Hinchas argentinos en Río: Francisco, ¡ayúdanos!
10 de julio de 2014El argentino Gabriel Pici, de Mar de Plata, confía en recibir ayuda celestial durante la final entre Argentina y Alemania. Desde hace semanas sigue los pasos de la selección argentina por todo Brasil con su autocaravana. “Sin el Papa no lo vamos a lograr”, vaticina Pici. “¡Queremos que Francisco venga a Brasil!”.
Gabriel Pici ya ha recorrido 12.500 kilómetros durante lo que va del Mundial. Tras la final en Río de Janeiro habrán sido 13.000 kilómetros. ¿Pero qué son estas distancias terrenales comparadas con las fuerzas sobrenaturales del representante argentino de Cristo en la tierra?
Desde la eliminación de Brasil del Mundial, los vecinos argentinos lo ven claro: Dios ha abandonado a los brasileños, pero el Papa de Buenos Aires está con Argentina. “A la presidenta Cristina Fernández de Kirchner no la queremos ver durante la final, pero el retrato del Papa nos va a ayudar”, dice con convicción Gabriel Piri, de 26 años.
El milagro de Río
En Río de Janeiro, la máscara del Papa ya es un éxito de ventas entre los hinchas argentinos. Por lo demás, no es la primera vez que Argentina intenta ganar una final del Mundial con auxilio divino.
Durante el Mundial de Fútbol de 1986 en México, la “mano de Dios” ayudó a los argentinos a conseguir el título. En realidad, la mano le pertenecía a Diego Armando Maradona. Después de marcar un gol decisivo contra Inglaterra con la ayuda de su mano, Maradona aclaró: “Fue un poco con la cabeza y un poco con la mano de Dios”.
Para este Mundial, los argentinos confían en “su” Papa. Al fin y al cabo, Jorge Mario Bergoglio es un ardiente hincha futbolero. Y en Río de Janeiro, durante el Día Internacional de la Juventud, el Papa Francisco ya realizó un gran milagro: en solo una semana logró transformar en amistad la rivalidad histórica entre argentinos y brasileños.
Campeón mundial por gracia divina
Maradona, Messi y el Papa: en Argentina, el fútbol y la religión están conectados de forma particularmente íntima. Los héroes del campo de juego son venerados como si fueran santos, y los hinchas van a los estadios donde juega su selección con el mismo fervor con que los peregrinos van a la iglesia.
Después de la victoria contra Holanda, el arquero Sergio Romero también goza de estatus de santo. En un fotomontaje aparece con los brazos abiertos, envuelto en las vestiduras de la estatua del Cristo Redentor de Río de Janeiro. Romero: ¿el salvador de la nación argentina?
A pesar de sus sueños celestiales, el hincha de fútbol Bruno Remondino no ha perdido su sentido de la realidad. “No creo que el Papa venga a la final”, dice. “Pues si Argentina gana, todos van a decir que fue gracias a la bendición papal”. También la leyenda de la “mano de Dios” resurgiría.
Desde el inicio del Mundial, Remondino también viaja con sus amigos en su autocaravana “Barrilete Cósmico” entre los estadios de Brasil, una aventura sobre el asfalto que se puede seguir en las redes sociales. Bruno Remondino está seguro de que el pontífice verá la final desde la lejana Roma. “El Papa está con todos, no solo con los argentinos”, comenta. Así que también Alemania puede confiar en la bendición de Francisco.