Francia: referéndum digno de Hitchcock
28 de mayo de 2005Los ojos de toda Europa están puestos en Francia, donde este domingo se libra en las urnas una batalla decisiva para el proyecto de seguir profundizando la integración europea. Promete ser una contienda reñida al máximo y el suspenso se mantiene hasta el final: si bien todas las encuestas de los últimos días dan por ganador al 'non', el margen de ventaja oscila entre 2 y 10 puntos porcentuales. Y, en la recta final, el 'oui' da señas de repuntar. El presidente francés ha echado todo su peso a la balanza para inducir a sus compatriotas a aprobar la Constitución, aunque algunos partidarios del texto hubieran preferido que callara, en la convicción de que la baja de popularidad de Chirac se vuelve como un boomerang contra la Carta Fundamental de la UE.
¿Qué pasa con Francia?
Por esas ironías de la política, el presidente conservador galo ha tenido a sus mejores aliados en el socialista español José Luis Rodríguez Zapatero y el socialdemócrata alemán Gerhard Schröder. Ciertamente, el apoyo que volvieron a brindar al término de la campaña por el "oui" es útil para Chirac, considerando que los socialistas franceses están divididos ante el tema. Pero resulta evidente que no es una pugna ideológica tradicional la que abre brechas ante este referéndum, y que el descontento con el actual gobierno no basta para explicar el arrastre del bando contrario a la Constitución.
¿Qué sucede entonces en Francia? ¿Habrá perdido entusiasmo por la idea de la integración la ciudadanía de un país que ha sido siempre uno de los principales impulsores de la UE? ¿Vuelve a imponerse el nacionalismo galo en pleno siglo XXI? La explicación más acertada tiene otro carácter. Los franceses, a todas luces, tienen recelo de esta porción de globalización a escala regional que conlleva el avance en la integración europea. Los campesinos temen por sus subvenciones, los trabajadores temen a la competencia de la mano de obra barata de los países del Este del continente.
El motor del "non"
En suma, es el miedo al desmoronamiento de los estándares sociales lo que induce a muchos a alinearse con el "non" a una Constitución que consideran neoliberal. Francia, al Igual que Alemania, está sintiendo duramente los embates de los cambios que se han operado en los mercados internacionales. Desempleo e inseguridad son los factores que han llevado al electorado germano a darle la espalda al gobierno socialdemócrata, empeñado en llevar a cabo dolorosas reformas que aún no arrojan dividendos perceptibles. Son los mismos factores que mueven a cerca de la mitad de los franceses a mirar con suma desconfianza la Carta Fundamental sometida a la aprobación popular.
En las calles de París y otras ciudades, los partidarios del "non" lo dicen claramente: "no estamos contra la integración, sino contra el neoliberalismo". Un modelo que ven alzarse como una amenaza desde el Este y que, en el fondo, poco tiene que ver con el sueño europeo de la prosperidad con equidad social. La fuerza del "non" no se nutre pues de consignas nacionalistas como las de Jean Marie Le Pen, aunque éste se solace con el panorama incierto de este domingo.