¿Fracasa Alemania con su estrategia ante el EI?
23 de septiembre de 2014“La política alemana se queda atrás”, dice Makus Kaim, de la Fundación Ciencia y Política en referencia a la región en crisis. Su temor es que el suministro de armas aprobado por el gobierno y la formación prometida a las milicias kurdas para luchar contra el terror del EI llegarán tarde. “Tardarán todavía semanas”, dice concluyendo: “Si Alemania, como se ha dicho en los últimos años, es considerada como una fuerza del orden junto a otros socios europeos en los países alrededor de la Unión y en Oriente Próximo, es inaceptable que se quede fuera”.
La mayoría de los think-tanks políticos consultados por Deutsche Welle lo ven de forma similar. En vista a los acontecimientos recientes, el mero suministro de armas a los kurdos no es suficiente. Por eso, los asesores de seguridad alabarían un cambio de posición del gobierno federal. Durante mucho tiempo, Alemania se negó a enviar armas a la región en crisis. Posteriormente, el gobierno lo aprobó debido a la situación en el norte de Irak y Siria y la mayoría de los institutos de investigación política temen que el gobierno federal gaste sus fuerzas en conseguir un mandato de Naciones Unidas, para poder comprometerse más con la alianza con una legitimación en base al derecho internacional.
Para Markus Kaim, “todos los caminos llevan a un mayor compromiso”. El experto cree que la posibilidad de recibir un mandato similar por parte de la ONU sería positiva. “Hubo resoluciones que calificaron las acciones del EI como crímenes contra la humanidad”. Además, no hay una crítica pública por parte de Moscú o Pekín contra los ataques actuales del ejército estadounidense. Este consenso en silencio es un momento adecuado para Alemania, para conseguir más margen de maniobra de tres formas: con un mandato del Consejo de Seguridad de Naciones Unidas, con un marco de negociación de la UE y la OTAN y con el mandato correspondiente del Bundestag. Es necesario un mayor compromiso.
Prioridad: parar las milicias terroristas
“La situación ha escalado de tal forma que incluso se está discutiendo sobre la intervención de tropas terrestres”, explica Jana Puglierin, de la Sociedad Alemana de Política Exterior. “Por primera vez se considera la ayuda para parar a las milicias del EI”. Para eso, además de armas se precisa personal que controle la intervención. Pero para Plugierin, al igual que para otros asesores, el problema es mucho más complejo y la participación de las tropas terrestres y los militares no son la única solución.
Se trata de Siria, del conflicto en Irak, del tema kurdo y de la seguridad de Turquía. Actualmente falta un concepto diplomático. “No se solucionará con una entrada y salida rápidas”, asegura la experta. En un proceso político Alemania, debería aportar más estabilidad y podría hacer más: “Por ejemplo, ayudar a más refugiados”.
Plugierin no comparte la acusación de que Alemania siempre se mantiene en la “retaguardia”. Nadie contaba con un califato, un estado dentro de otros estados, ni la milicia del EI, dice. “Observo la falta de ayuda en todas partes”. Las dudas del Gobierno son explicables por la falta de efectividad de las acciones que se efectuaron en la región. Actualmente, ha de tomarse la decisión de cómo afrontar dictaduras como la de Assad. La pregunta sería si aceptarlo como aliado contra el EI a pesar de lo que ha hecho. Ante eso, ni siquiera la comunidad internacional tiene respuesta y tampoco se puede acusar al gobierno por actuar con precaución.
Sin intervenciones militares
Por su parte, el Instituto para la Paz y la Política de Seguridad de la Universidad de Hamburgo se muestra mucho más a la defensiva que la Sociedad para Política Exterior. Su experto Hans-Georg Ehrhart critica el suministro de armas, argumentando que nadie pueda controlar dónde terminarán estas armas. Ehrhart desaconseja un compromiso de Alemania o el envío de asesores militares: “De ninguna forma deberíamos seguir adentrándonos en el conflicto”.
Así, Alemania aumentaría el peligro de caer como objeto de sanciones de revancha como decapitaciones o atentados. Ehrhart avisa de no olvidar la gran ayuda humanitaria y diplomática que ofrece el gobierno alemán. Muchos de los problemas relacionados podrían ser solucionados únicamente con una acción conjunta. Y Alemania podría influir sobre socios sobre los que tiene más influencia. Por ejemplo, Turquía o Israel. Alemania podría integrar a esos países en las negociaciones haciendo uso de su influencia.
Ahora, todos los afectados tienen que sentarse a la mesa. Entre ellos, también representantes de países como Turquía, Siria, Arabia Saudita, Catar o Irán. Desgraciadamente, Estados Unidos impidió que Irán participase en las consultas de París. Alemania debería evitar, en un futuro, situaciones como ésta. “Sin una acción concertada, no funcionará” y Alemania solo puede hacer su parte. Por eso, tendría sentido repartirse el trabajo en el marco de una coalición internacional contra las milicias del EI. Alemania no puede compararse con un poder tradicionalmente intervencionista como Francia.