Foodwatch: ¡ojo al bife!
18 de octubre de 2002Restos de petróleo en el alimento para pollos; residuos de plantas depuradoras en las praderas en las que pasta el ganado, hormonas de crecimiento en la carne de aves, cadmio en las verduras... a estas alturas ya prácticamente nadie sabe lo que se esconde tras una apetitosa ensalada o un suculento bife. El remezón del mal de las vacas locas aún está fresco en la memoria de los consumidores. Y a muchos se les ha quitado el apetito. Pero como se puede prescindir de muchas cosas, más no de la comida y la bebida, no queda más remedio que encomendarse al ángel de la guarda. O incrementar el control y la vigilancia en el ramo de los alimentos.
Protestas llamativas
Eso es justamente lo que se dispone a hacer la organización Foodwatch, que acaba de hacer su aparición ante el público alemán. El iniciador de esta cruzada por la transparencia en el mercado alimentario es un viejo conocido de las causas ecologistas: Thilo Bode, hasta hace un año jefe de Greenpeace. La experiencia recabada en sus años de lucha en defensa del medio ambiente se vuelca ahora en esta nueva iniciativa, de modo que las protestas que organice de seguro darán qué hablar. Y eso es justamente lo que se pretende, para generar presión política.
Foodwatch se propone investigar y poner sus informaciones a disposición del público, velando así por una mayor transparencia en el mercado. "En especial queremos averiguar de dónde provienen los alimentos, qué es lo que contienen y cómo son producidos", afirma Bode, agregando que eso se aplica también a la producción de piensos. La organización cumplirá la función de proteger a los consumidores, como una instancia neutral de control.
Conflicto de intereses
La experiencia de los últimos escándalos demuestra que la población sale perdiendo, debido a la interrelación de los intereses del sector empresarial y del área política. Bode considera correcta la decisión de incorporar al ministerio de Agricultura el área de Protección al Consumidor. No obstante, hace notar que estos cambios no fueron llevados a cabo como resultado de una política visionaria, sino forzados simplemente por el hecho de que había "vacas locas". En este sentido, estima que la ministra Renate Künast está en un verdadero dilema: "no puede defender al mismo tiempo los intereses de los agricultores y los de los consumidores", afirma Bode.
La flamante organización entró desde un comienzo en acción, aportando nuevos antecedentes sobre el escándalo del nitrófeno, que meses atrás sacudió a Alemania. Éste estalló al descubrirse que toneladas de piensos se habían contaminado con residuos químicos en las bodegas en que se almacenaban, que en el pasado habían pertenecido a una industria. Pero Foodwatch no se limitará sólo a la denuncia. De partida ha planteado ya un pliego de peticiones que incluye, por ejemplo, la de dotar de más derechos a los consumidores, en Alemania y la Unión Europea, y la de mejorar la identificación de los contenidos de los alimentos en Europa. Al fin y al cabo, la meta principal es que la gente pueda disfrutar lo que come, sin temor.