Fondos verdes de la UE para Latinoamérica: ¿solo ventajas?
16 de diciembre de 2021La Unión Europea prepara instrumentos económicos para su recuperación verde, digital y social. Y sus socios de América Latina y el Caribe son tenidos en cuenta en este proyecto. Aparte de los 3.400 millones de euros previstos para apoyar la recuperación económica a largo plazo (2021-2027) y 140 millones que se destinarán a la siguiente fase del programa Euroclima+, lo novedoso para América Latina y el Caribe es un fondo de 12.000 millones de euros de inversión público-privada que se destinarán al desarrollo sostenible. Y en el corazón del desarrollo sostenible están las energías renovables.
Según fuentes comunitarias, "muchos países de América Latina tienen un gran potencial para la producción de hidrógeno verde. La UE explora la manera de cooperar con esos países para apalancar inversiones en ese campo. Junto con la Agencia Alemana de Cooperación (GI), el Banco Mundial y la Comisión Económica para América Latina (CEPAL), la UE financia la plataforma H2LAC, que promueve la producción, aplicación y la exportación de hidrógeno verde".
Inversiones globales
Esa promoción se hará a partir de ese fondo de 1200 millones de euros, llamado Fondo Europeo de Desarrollo Sustentable. Este, a su vez, es una parte del proyecto "Global Gateway" que, a nivel global, movilizará y apalancará hasta 300 mil millones de euros para inversiones tanto en energías y transportes limpios como para digitalización, sistemas de salud y de educación, a través de asistencia técnica, subsidios, préstamos y garantías.
¿Garantías? "Sí, que la UE garantice inversiones, facilitará la inversión que necesitan los países de la región, pues reduce el riesgo para las empresas", explican a DW fuentes europeas.
¿Suena bien? "Es esperanzador que se movilicen recursos adicionales para la recuperación verde", dice a DW Mónica Silvana González, eurodiputada por España, especialista en cooperación y desarrollo.
Recuperación verde, pero también social
“Hay que dejar claro que se trata de garantías para las empresas que quieran invertir en la región. Esto significa que cambiamos la modalidad de Ayuda Oficial al Desarrollo por créditos a empresas. Es un cambio sustancial en la manera de cooperar. Y, como aún no está demostrado si sirve o no, en mi opinión habría que darse prisa en tener un reglamento firme para evitar que las empresas sigan haciendo lo que quieran en America Latina", advierte González.
Ese instrumento de "debida diligencia" está por salir de la Comisión Europea y se parte del supuesto de que incluirá todos los aspectos a tener en cuenta para regular que la recuperación verde sea también social.
En una región especialmente golpeada social y económicamente por la pandemia y que incluye países que se ven ya afectados duramente por el cambio climático, el apoyo financiero para invertir en energías limpias se quiere ver como muy positivo. ¿Es así?
¿Hidrógeno en lugar de petróleo?
“El financiamiento per se no es bueno ni es malo. En este caso se está dirigiendo a un sector renovable y, en esa medida, es bueno”, comenta, por su parte, a DW Leonardo Stanley, investigador asociado del Centro de Estudios de Estado y Sociedad (CEDES), organización no gubernamental con sede en Argentina, y especialista en desarrollo.
Por otro lado, "desde América Latina se puede leer como una dirección proteccionista de la UE, pues, más que brindando fondos, está marcando una dirección de hacia dónde va la política hacia el futuro", explica Stanley. Y agrega que "cuesta aún aceptar con una visión de sostenibilidad" tanto las restricciones a la deforestación como las de los insumos de los productos para el mercado europeo en el marco de su estrategia "De la Granja a la mesa".
Con todo, hay que enfocar las especificidades de los países latinoamericanos y caribeños: "Chile, Uruguay y Costa Rica -que han sido importadores de energía no renovable- han sido los primeros en avanzar a la transición energética. En cambio, a Argentina y Brasil, que sin ser países petroleros han logrado cierto nivel de autoabastecimiento, les cuesta avanzar hacia una diversificación de la matriz energética", apunta Stanley, autor de Financiamiento verde en América Latina: debates, debilidades, desafíos y amenazas, publicado por la Fundación Carolina.
Como fuere, cabe recordar que, a la grave situación provocada por la pandemia en América Latina, se suman los compromisos internacionales adquiridos por los países en el marco de la Agenda 2030 de Naciones Unidas y en el Acuerdo de París. En ese sentido, se coopera desde la UE -y sus agencias de cooperación españolas, francesas, alemanas e italianas- para llevar a la práctica los objetivos para la mitigación del cambio climático. Y optar por la energía limpia es uno de ellos.
"Una de las cosas buenas que tienen las renovables es que, a diferencia del petróleo, hay disponibilidad en cada rincón del mundo. Permiten descentralizar y sus costos de mantenimientos y producción son casi nulos. Argentina podría crear cadenas de valor agregado para abastecerse y abastecer a la región”, afirma Stanley. No obstante, el experto detecta un riesgo: "El problema es que hay sectores que están siempre pensando en América Latina como proveedora de materias primas: si en vez de petróleo, ahora es el hidrógeno verde, puede ser una trampa. Lo tecnológico debe ir de la mano de una política que deje atrás la tendencia a la concentración", subraya.
En esa medida, desde el enfoque de lo que se debe hacer desde la cooperación europea, Mónica González concluye: "No podemos dejar que el mercado solo haga frente a ese reto. La cooperación regional tampoco será suficiente. Es necesario integrar medidas coordinadas internacionalmente sobre una base política para garantizar el entorno de ese apoyo financiero para asegurar que la recuperación sea verde y social".
(ms)