Excusas y más excusas
8 de febrero de 2010Desde hace más de 40 años la Conferencia de Múnich se estableció como un lugar donde se habla claro. En esta edición los organizadores querían ir un paso más allá y lograr también resultados. Por lo tanto el encuentro se realizó bajo el lema “No más pretextos”. Pero, “del dicho al hecho hay mucho trecho”…
Mottaki, ministro iraní de las excusas
Ya el primer día, durante el discurso del Ministro del Exterior iraní, Manucher Mottaki, lo que predominaron fueron las excusas. Excusas para explicar por qué Irán no puede dejar de enriquecer uranio, aunque sea precisamente esto lo que le exige el Consejo de Seguridad de la ONU desde hace tiempo. Excusas también en lugar de respuestas a la preguntas sobre la situación de los Derechos Humanos en el país o sobre el fraude electoral. Todo esto expuesto en un tono extraño, provocador y presuntuoso.
Pretextos occidentales
Pero también las democracias occidentales demostraron en Múnich su capacidad de formular excusas. Por ejemplo, a la hora de justificar por qué la Unión Europea, económicamente tan fuerte, no asume aún la responsabilidad internacional, que sus socios le exigen desde hace años. Otras excusas servían para explicar por qué no es posible aún un mundo sin armas nucleares, aunque todos lo añoremos.
También el gobierno alemán supo buscar pretextos. Es sabido que Afganistán necesita más soldados extranjeros para poder estabilizarse y está claro también que el refuerzo de unos 500 soldados es un aporte muy débil para ello. Por lo tanto, ahora son los norteamericanos quienes deberán instalar el orden en un campo de responsabilidad alemana. Berlín justificó su actitud reservada, que a fin de cuentas termina por disminuir la influencia alemana, con una excusa.
Triste resultado
Pero no todos los pretextos son iguales. Los europeos quisieran tener más influencia, pero les falta poder político. En este caso el pretexto disimula la impotencia.
El gobierno alemán necesita una excusa porque teme un suicidio político. No cree que el electorado acepte que se envíen aún más soldados a Afganistán. La excusa es entonces de cierto modo una mentira piadosa.
El gobierno iraní fue definitivamente el que utilizó los pretextos más descarados, burlándose una vez más del mundo entero. Esto debió quedarle claro incluso a rusos y chinos, habitualmente benévolos con Irán, al ver que Ahmadineyad ordenó la producción de uranio altamente enriquecido mientras que en Múnich aún discutían los políticos.
Es posible que más adelante se recuerde esta conferencia de seguridad como el lugar en el cual se desvanecieron las últimas esperanzas respecto a Irán. Ese sería entonces un resultado ... pero, sin duda, un resultado muy triste.
Autor: Andreas Noll/Múnich
Editor: Pablo Kummetz