Europa vs síndrome de sensibilidad
16 de noviembre de 2002En Europa miles de personas sufren de dolor de cabeza permanente, ojos lagrimosos o eccemas, a pesar de que los exámenes de laboratorio indican que no padecen enfermedad alguna. El mal es desencadenado por sustancias químicas en cantidades mínimas, que se presentan de forma diversa en los materiales usados en el hogar o en el puesto de trabajo, desde el formaldehido en tableros de virutas de madera a los disolventes en pegamentos, determinados factores usados en la protección de la madera, pero también el humo de tabaco y algunos componentes de productos alimentarios.
Grupos de riesgo
La enfermedad parece adquirida, y no congénita, y no sólo se presenta por altas concentraciones químicas liberadas por ejemplo en accidentes con sustancias químicas sino también por las pequeñas dosis que surten efecto durante años. Hay determinados grupos profesionales que corren un riesgo elevado de contraer esta dolencia, como por ejemplo el personal de laboratorios o los trabajadores del sector de imprenta. Lo característico del síndrome consiste en que no afecta a un solo órgano sino a varios y, al igual que las alergias, no es curable sino que tan sólo se pueden aliviar los síntomas.
En Estados Unidos se ha prestado más atención a esta dolencia después de que miles de veteranos de la guerra contra Irak se quejaran de graves molestias de este tipo.
Combatir causas
Entre los expertos europeos reinan opiniones dispares sobre si se trata en primer lugar de una enfermedad psicosomática o un trastorno de origen puramente físico, eventualmente con implicaciones genéticas. La inseguridad sobre las causas exactas así como sobre las posibilidades de diagnóstico y tratamiento hacen difícil la ayuda eficiente a los enfermos. A ello se añade que en la Unión Europea existen entre 50.000 y 60.000 sustancias químicas diferentes contenidas en diversos productos y aplicaciones, cuyos efectos en el organismo humano aún no se han estudiado a fondo.
La Comisión Europea presentará por este motivo en las próximas semanas una propuesta de debate sobre la nueva política europea en esta materia, con el objetivo de que en el futuro tan sólo se dé acceso al mercado a los productos que hayan sido investigados lo suficientemente y se prohiban los que muestren efectos negativos.