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Europa pelea por el dinero

7 de diciembre de 2005

El Reino Unido pretende recortar drásticamente el presupuesto de la Unión Europea (UE). La pelea por recursos está programada. Pierden sobre todo los nuevos miembros de la Unión.

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Tony Blair quería modernizar el presupuesto.Imagen: AP

El gobierno de Tony Blair propone recortar el presupuesto de la UE en 25.000 millones de euros hasta 856.800 millones. En una primera lectura esto significa que los 10 nuevos integrantes de la UE deberán prescindir de un 10% de las ayudas estructurales que habían esperado.

El debate de la propuesta presupuestaria comenzó este miércoles continuará el próximo lunes, justo antes de la cumbre europea de los días 15 y 16 en Bruselas, cuando finaliza la presidencia europea del Reino Unido.

Más allá de las cifras, el debate presupuestario de los próximos días pone de relieve tensiones políticas en el seno de la Unión.

Haciendo números

En las capitales de los 25 integrantes de la UE se calcula ahora cuánto dinero obtendrán del presupuesto que regirá entre 2007 y 2013. Los "contribuyentes neto", quienes pagan más de lo que reciben desde Bruselas, pueden sentirse satisfechos. La meta de congelar el presupuesto hasta que corresponda a 1% del Producto Interno Bruto de la UE está prácticamente alcanzada.

Quienes se sentirán estafados son los nuevos miembros del este de Europa. Perderán un 10% de las subvenciones que habían ansiado de las arcas comunitarias. Asimismo los demás beneficiarios de Europa occidental y del sur, España, Portugal, Irlanda y Grecia deben ajustarse el cinturón.

¿Fracaso británico?

Si el presupuesto se mide con las aspiraciones británicas hay que constatar un claro fracaso. En el verano, luego de la primera cumbre presupuestaria que cerró son éxito, se había anunciado una modernización fundamental del reparto de fondos.

Se quería aplicar la lógica económica: definir prioridades en la UE era el lema de Blair. Por un lado se querían potenciar segmentos como la educación, investigación, innovación y la creación de empleo. Por el otro, recortar las subvenciones para sectores no competitivos, como el agro.

La huella del dinero

La Política Agraria Común, que absorbe un 40% del presupuesto de la UE sigue siendo la vaca sagrada e intocable. La única alternativa para Londres ha sido proponer un recorte de los aportes al este.

Por ello la pregunta ya no es la manera más racional de gestionar el gasto, sino quién obtiene más. Tampoco el Reino Unido se libra de esta sospecha. Tony Blair aparentemente renunció a querer reducir el llamado "cheque británico", la compensación anual de unos 5.500 millones de euros que recibe Londres por el poco provecho que saca de las ayudas comunitarias. Aunque esto hubiera representado un ahorro de 17.000 millones de euros hasta el 2013, sus votantes lo hubieran calificado de traición.

Mandan por lo tanto las consideraciones internas. En este sentido, las fronteras europeas siguen existiendo. Así también, Francia y Alemania se oponen a renunciar a las subvenciones al agro para sus campesinos, más allá de que no sean eficaces a nivel económico y que atenten contra el libre comercio, en detrimento de los países pobres.

Perdedores, incertidumbres

La gran decepción se debe esperar en los 10 nuevos integrantes de la Unión, cuyas poblaciones probablemente apoyaron el ingreso gracias a las atractivas subvenciones de Bruselas. Como ejemplo sirven el desarrollo de la infraestructura en España, Portugal o Irlanda, que serían difíciles de imaginar sin el apoyo europeo.

Si no se logra el flujo de recursos deseado los analistas temen que será difícil avanzar en proyectos como la Carta Magna Europea en los países del este.

Existe otro gran apartado que ha sido desplazado hasta el siguiente debate presupuestario en el año 2011. El presupuesto británico no ha considerado los enormes costos del ingreso de Turquía en la UE, apoyado y promovido por Londres, precisamente con gran fuerza en Europa del este.

En resumen, los analistas señalan que el enfoque inicial de elaborar un presupuesto eficaz y sostenible sin duda fue el correcto. Sin embargo no se logró el consenso político. La situación actual pone para muchos de manifiesto que los intereses nacionales pesan más que el celebrado espíritu europeo.