Europa: el giro radical y sus causas
26 de mayo de 2014¿Europa? ¡No, gracias! Cerca de 140 de los 751 escaños en el Parlamento europeo serán ocupados por diputados que reniegan de cómo funcionan actualmente las instituciones europeas; o bien, que rechazan del todo a estas instituciones. En muchos de los 28 Estados de la Unión Europea, partidos de derecha populista o euroescépticos consiguieron elevar la votación a su favor.
Destaca en este sentido el éxito del Frente Nacional, partido francés de extrema derecha que acaparó 25 por ciento de los votos en ese país según los resultados que se tiene hasta el momento. Este nivel implica un incremento de 18 por ciento respecto de la pasada elección europea. El FN ocuparía 22 escaños en el Parlamento Europeo.
En Reino Unido, el partido antieuropeo UKIP se convirtió, con 27 por ciento (24 escaños), en la fuerza política con más votos, dejando atrás al partido del primer ministro David Cameron. En Austria, el partido FPÖ, de derecha populista, logró juntar 20,5 por ciento de todos los votos en ese país. En países escandinavos, los votantes colocaron a diversos partidos de derecha en el Parlamento Europeo.
El contexto nacional
No obstante todo lo anterior, el politólogo Tim Spier no considera que los resultados sean tan dramáticos como los presentan muchos medios de comunicación. El experto no ve en las cifras electorales un rechazo definitivo a la idea europea. “Naturalmente, los resultados nos dan materia para reflexionar”, dice, en entrevista con DW. Pero las cifras deben ser analizadas en su contexto nacional, agrega Spier, quien investiga en la Universidad de Siegen los diversos populismos de derecha en Europa.
Muchos electores emitieron un sufragio de castigo a sus propios gobiernos, explica. “Los franceses están muy insatisfechos con su actual gobierno nacional, y lo hicieron saber en esta votación”.
Su colega Klaus Goetz ve las cosas de igual modo. “No es lo mismo una elección a nivel europeo que una local. Las elecciones europeas suelen derivar en votos de castigo o de protesta”, indica. Además, países como Reino Unido o Dinamarca han sido tradicionalmente antieuropeístas, añade el politólogo.
No habrá coalición de derecha
Pese a todo, los críticos de la Unión Europea han salido electos y tendrán sitio en el Parlamento Europeo. Esto no significa que habrá una sola representación parlamentaria de derecha. Tanto el UKIP como el Partido Popular Danés rechazan la idea de formar alianzas antieuropeas. Esto responde a que no desean colaborar con el abiertamente xenófobo Frente Nacional francés.
El partido de Marine Le Pen buscará acercarse al holandés PVV de Geert Wilders, así como a los partidos de derecha en Austria y Suecia, dice Spier. “Seguro buscarán formar una fracción común, primero que nada por los medios económicos que ahora recibirán. Es una ventaja que no dejarán pasar”.
Esto no los eximirá de una problemática fudamental: se trata de agrupaciones que dicen defender intereses nacionales en un parlamento transnacional. Parece imposible formar alianzas etre grupos de diferentes países. “Aparte, muchos partidos populistas descansan en liderazgos representados por personalidades fuertes. El Parlamento Europeo es un entorno difícil para este tipo de políticos”, dice el especialista Tim Spier.
Votantes insatisfechos
El ministro alemán de Asuntos Exteriores, Frank-Walter Steinmeier, apuesta por las fuerzas políticas moderadas a fin de no dejar lugar a los partidos extremistas. El diplomático espera que los impulsos democráticos se unan en el nuevo Parlamento Europeo, a fin de anular cualquier impacto de los radicalismos de izquierda y de derecha en la política europea, según dijo el propio Steinmeier a medios alemanes. Es por ello que la pugna por definir quién será el próximo presidente de la Comisión Europea daña tabnto a conservadores como a socialdemócratas, consideró.
El politólogo Tim Spier ve otro posible antídoto contra los partidos extremistas: el bienestar. Los votos a los partidos extremistas provinieron de sectores cuya situación económica y social está por debajo de los niveles promedio en sus respectivos países, afirma el especialista.
“Una Europa más justa sin duda que dificultaría el ascenso de los radicalismos políticos. La UE debería presentarse a sí misma como un bloque social, y no económico”, dice Spier, y agrega: “Sería una tarea hercúlea”.