Europa con guantes de seda china
11 de mayo de 2005El horno chino no está para bollos europeos. "No tenemos por qué permitir que nadie nos venga a recordar que debemos seguir mejorando los estándares de derechos humanos", afirmó el ministro de Relaciones Exteriores de Pekín, Li Zhaoxing. Y dejó de manifiesto que considera "insensato e inútil" vincular el tema de los derechos humanos a la discusión sobre el levantamiento de armas aplicado por la Unión Europea a China.
Demandas europeas
Más categórico no podía haber sido el rechazo chino a las demandas planteadas en Pekín por una delegación que incluyó al ministro de Relaciones Exteriores luxemburgués, Jean Asselborn, y a la Comisaria de Asuntos Exteriores, Benita Ferrero-Waldner. Y eso que los europeos fueron extremadamente delicados en el tono con que plantearon sus pedidos a China.
"Le dejamos en claro al ministro Li que si China pudiera ratificar el tratado de la ONU sobre derechos cívicos y políticos, ello contribuiría considerablemente a mejorar el clima. Pero no hablamos de otros detalles. Aun así, somos de la opinión de que en este sentido sería de ayuda que China liberara a los disidentes de la Plaza de Tiananmen de 1989 que aún están encarcelados". Esos fueron los términos en que se expresó la Comisaria Ferrero Waldner.
Intereses económicos
La posición de los europeos tampoco fue más enérgica en lo tocante a otro tema delicado: el de las exportaciones chinas de textiles, que podrían inundar el mercado del viejo mundo poniendo en jaque a la industria local, al eliminarse el sistema de cuotas. La EU apuesta a que Pekín modere voluntariamente sus exportaciones. Nadie quiere por lo visto disgustar a China que, al fin y al cabo, se ha convertido en el segundo socio comercial de la Unión Europea, con un volumen de transacciones que el año pasado se elevó a 175 mil millones de euros.
En lo económico, el potencial chino pone a sus dirigentes en posición de dictar las pautas. Porque el riesgo de quedarse fuera del alucinante mercado que se está generando en el gigante asiático es demasiado grande para cualquier país europeo. El problema está en que esa situación indudablemente coarta el margen de acción política. Y así lo están sintiendo los europeos que viajaron a Pekín, donde no se sacaron los guantes de seda, dejando en veremos el tema del levantamiento del embargo de armas.