Los mineros búlgaros temen el fin del carbón
9 de noviembre de 2021A primera vista, la zona de la mina a cielo abierto de Mini Maritsa Iztok parece tan estéril y vacía como la superficie lunar, desierta salvo por las enormes máquinas que extraen sistemáticamente el lignito del suelo. Con una extensión de 240 kilómetros cuadrados, la mayor mina de carbón de Bulgaria abastece a las centrales eléctricas cercanas de la región de Stara Zagora, donde se genera alrededor del 30 por ciento de la electricidad del país.
Sin embargo, al acercarnos, nos encontramos con cientos de trabajadores. En turnos de 12 horas, manejan excavadoras desde cabinas, conducen cargadores frontales y están pendientes de las reparaciones eléctricas. Uno de ellos es Yordan Mitkov, de 40 años, casado y padre de dos hijos. Lleva siete años trabajando en la mina retirando la tierra para dejar al descubierto el lignito, un carbón mineral que se forma por comprensión de la turba y que tiene una alta concentración de carbono.
Puede que este trabajo no fuera el sueño de su infancia, pero la paga es buena. Según la Oficina de Estadística de Bulgaría, los salarios medios en la minería son de un nivel similar al del sector financiero. Sin embargo, Mitkov no está seguro de cuánto tiempo podrán seguir trabajando los mineros del carbón como él. "Todo el mundo está preocupado por su sustento, por su familia y por lo que nos pueda pasar”, dice.
¿Una recuperación verde tras la pandemia?
Durante años, Mitkov y sus colegas han seguido el debate político sobre la transición a una economía más ecológica. La Unión Europea se fijó como objetivo la neutralidad en emisiones de carbono para 2050, lo que significa que Estados miembros como Bulgaria tendrán que abandonar el carbón. El Pacto Verde Europeo pone a disposición de los Estados miembro fondos para crear nuevos puestos de trabajo y hacer que la transición a una economía más verde forme parte de la recuperación económica de Europa tras la pandemia.
Sin embargo, hasta principios de este año, el gobierno búlgaro insistía en que los empleos del sector del carbón estaban a salvo. Durante una década, el país estuvo gobernado por el Primer Ministro Boyko Borisov, cuyo gobierno aprobó el año pasado una declaración en la que prometía proteger la central eléctrica estatal Maritsa Iztok II "independientemente de la opinión de la Comisión Europea sobre esta cuestión”. Para Mitkov y sus colegas, esta desconexión hizo que el Pacto Verde se sintiera "como un rumor que vuela por ahí, como un fantasma”.
Pero en abril de este año, Borissov perdió el cargo tras unas elecciones no concluyentes. En octubre, un gobierno provisional anunció que Bulgaria eliminaría el carbón para 2038. Fijar una fecha para la eliminación del carbón era una condición previa para que el país pudiera solicitar 6.600 millones de euros de financiación del Mecanismo de Reconstrucción y Recuperación de la UE, destinado a ayudar a los Estados miembros a recuperarse tras el estallido de la pandemia del coronavirus.
¿El principio del fin del carbón en Bulgaria?
El plazo límite de 2038 mencionado en el plan de recuperación económica de Bulgaria aún está lejos, ya que muchos otros países europeos apuntan a 2030. Pero el plan también contempla el desarrollo de nuevas capacidades en el sector del gas y las energías renovables para sustituir gran parte del carbón del país en los próximos diez años.
Alexander Nikolov, ex viceministro de Energía del Gobierno provisional, declaró a DW que proteger el lignito ya no era rentable dado el precio del carbono en el Régimen europeo de Comercio de Derechos de Emisión, que este año ha alcanzado un máximo histórico de más de 60 euros por tonelada métrica. "La cuestión no es si habrá un cambio, sino cómo puede este cambio ser eficiente y orientado a las personas”, señala Nikolov. Es decir, cómo conseguir que la eliminación del carbón no deje a los búlgaros sin trabajo y empobrecidos.
El día anterior a la presentación del plan de recuperación, los empleados del complejo minero de Maritsa protestaron en Sofía, capital de Bulgaria, pidiendo al gobierno que protegiera sus puestos de trabajo. El complejo de Maritsa emplea directamente a 12.500 personas en sus minas y centrales eléctricas, y según los sindicatos que lideraron las protestas, otros 100.000 empleos dependen indirectamente del sector.
Además de los 6.600 millones de euros que Bulgaria solicitó al Plan de recuperación para Europa, el país puede optar a 1.200 millones de euros del Fondo de Transición Justa de la UE, creado específicamente para hacer frente a los impactos que temen estos trabajadores, por ejemplo, mediante su reconversión en puestos de trabajo en el sector de las energías más ecológicas.
¿Nuevos empleos en turismo y energía verde?
Rumyana Grozeva, directora de la Agencia de Desarrollo Económico Regional de Stara Zagora, quiere emplear estos fondos europeos para desarrollar una próspera economía mixta que combine energías renovables, agricultura y turismo.
La mina a cielo abierto de Maritsa está destruyendo parte de la tierra más fértil de Bulgaria, y el gobierno provisional ha señalado el potencial del lugar para un parque empresarial o una granja de energía solar. Por otra parte, la región histórica de Tracia y los balnearios de Stara Zagora estarían maduros para el desarrollo turístico, según Grozeva: "Si planificamos bien todos estos recursos como sistema, Stara Zagora tiene realmente un importante potencial para convertirse en una región líder”.
Sin embargo, mineros como Mitkov temen que, tras una década de inactividad, la transición a una economía verde sea difícil. "Hace tiempo que se deberían haber puesto muchas cosas en marcha, pero llegan demasiado tarde”, lamenta Mitkov. "Todo el mundo regatea, pero nadie lanza el balón”.
Mientras que países como Rumanía ya están reciclando a los mineros como técnicos de parques eólicos, Bulgaria no tiene ningún programa de este tipo en marcha. La Agencia de Desarrollo Económico Regional de Stara Zagora ha iniciado un programa piloto para reciclar a los trabajadores, pero no estará plenamente operativo hasta febrero de 2023, a pesar de las frecuentes solicitudes de trabajadores del carbón deseosos de participar.
Incluso aquellos que se muestran escépticos con respecto a la eliminación del carbón dicen que se reciclarían si pudieran. Nikolay Cholakov, director de departamento de reparaciones de la mina de Maritsa, aún espera que el carbón tenga un futuro en Bulgaria, pero admite que si el Fondo de Transición Justa le diera la oportunidad de optar a otro empleo, lo aceptaría.
Perspectivas de un nuevo gobierno búlgaro
Con las elecciones nacionales que se celebrarán en Bulgaria el 14 de noviembre, el futuro del sector del carbón búlgaro estará pronto en manos de un nuevo gobierno. Sin embargo, Julian Popov, miembro de la Fundación Europea para el Clima, espera que la generación de electricidad a partir de carbón cese ya en 2030 debido a las fuerzas del mercado, independientemente del resultado de las elecciones. "No creo que que las elecciones cambien las cosas drásticamente”, dice Popov.
Los sindicatos, por su parte, han anunciado que, independientemente de quién llegue al poder, ejercerán presión para proteger la industria del carbón. Grozeva, por su parte, no confía en que la nueva administración sea clara con los trabajadores del carbón sobre la rapidez con la que Bulgaria debe realizar la transición. "No estoy segura de que haya un político lo suficientemente fuerte y valiente como para plantarse ante ellos y decirles la verdad”, afirma.
Este artículo fue apoyado por el Centro Pulitzer.
(ar/cp)