Estatizaciones en América Latina: legitimidad con riesgos
20 de agosto de 2008El caso más reciente en cuanto a las políticas de estatización en America Latina es el de la filial de la empresa Cemex en Venezuela, por parte del gobierno de Hugo Chávez. Según estos gobiernos de la llamada “nueva izquierda”, se trata de rescatar estas propiedades para ponerlas “al servicio del pueblo”. ¿Qué opinión le merece esta manera de presentar a tales medidas?
La motivación fundamental para una política de estatizaciones no puede estar equivocada. Precisamente en el campo de los recursos naturales, sobre todo el petróleo y la minería, seguramente hubo contratos con capitales foráneos que no han resultado en beneficio de estos países. Desde este punto de vista, es comprensible que haya un impulso de este tipo. Pero no hay que olvidar que hoy en día tenemos en el mundo 20.000 empresas originarias de los países emergentes. En el caso de Venezuela, hay firmas argentinas, mexicanas y brasileñas. Así que estas políticas de estatización no solamente han tocado a empresas de Estados Unidos o de Europa, sino que también afectan a las propias compañías latinoamericanas. Así que debemos plantear las cosas de otra forma. ¿Cuál sería el capital dispuesto a servir mejor al pueblo? ¿Puede el gobierno que estatiza garantizar ese servicio? ¿Cómo lo va a poder hacer? Muchas veces, estas políticas de estatizaciones llevan a que el capital privado no se sienta bienvenido y entonces se aleja de un país. A largo plazo, una política de este tipo puede dar lugar a una fuga de capital, y no sólo foráneo, sino nacional. Y yo creo que el capital privado puede ser muy útil justamente cuando se trata de ofrecer un servicio al pueblo. No hay un Estado en el mundo que esté en condiciones de ofrecer todos los servicios que son necesarios.
¿Es el caso de Venezuela, Dr. Foders?
Ese país no ha recibido mucho capital extranjero en los últimos años. Esto no ha podido dañar a Venezuela porque es una nación exportadora de petróleo y, como hemos visto, hemos vivido un auge en el precio de los hidrocarburos a partir de 2002. Pero no nos olvidemos de que el petróleo puede llegar a otra posición de mercado en la cual el precio no sea tan alto. O puede ser que se desarrollen tecnologías que entren en competencia con el petróleo y que la demanda nos ea tan fuerte en un futuro. Entonces Venezuela tendría que repensar ese tipo de políticas. Por eso, yo creo que la política de estatizaciones es nacida de una coyuntura particular, y lo que falta aquí es una mirada de largo plazo.
Estas estatizaciones siguen un modelo peculiar: primero se estatiza y casi inmediatamente se invita a las empresas a asociarse con los gobiernos. ¿Constituye esto una nueva tendencia?
Hay muchas razones para revisar las políticas de inversiones extranjeras en países latinoamericanos. Me parece muy legítimo revisar esos contratos y ver si las condiciones realmente son en favor del país. Si se renegocia el contrato, por ejemplo, reduciendo la participación de capital extranjero a una cifra inferior al 50 por ciento, creo que sería un camino viable. Pero es un camino viable en ciertos sectores y seguramente no en todos. En una empresa mediana quizá no sería conveniente tener a un socio que tome todas las decisiones. También está el tema de la tecnología. Venezuela, como sabemos, no es la cuna de las tecnologías de punta en el año 2008. Hay muchas áreas en las cuales Venezuela tiene que seguir importando tecnología. Ahí no siempre va a ser posible limitar a las empresas a una participación del 25 ó 30 por ciento.
Pero sin duda hay un componente puramente ideológico en esta serie de estatizaciones…
Ya lo decía yo. En la historia de América Latina, una serie de empresas se aprovecharon de ciertos gobiernos para firmar contratos que no necesariamente reflejan un beneficio apra el país, sino para esa empresa foránea. Entonces es muy legítima la tendencia de renegociar. Eso no necesariamente es una ideología, sino una visión muy pragmática de lo que ha pasado en los últimos 20 años. Tampoco nos olvidemos de que tenemos gobiernos de izquierda desde hace pocos años. A través de procesos democráticos, el pueblo eligió a gobiernos de izquierda. Han tenido durante décadas a gobiernos de derecha, y han llegado a la conclusión de que quieren algo diferente. Lo que los gobiernos de izquierda están ofreciendo en muchos campos es eso: una solución distinta.