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El brutal sacrificio de rinocerontes alcanzó el pasado año el triste récord de más 950 animales abatidos por furtivos en África. El furtivismo casi acabó con la especie en Namibia ya en el decenio de 1980. Hoy, el gran herbívoro vuelve a ser un atractivo para todos los amantes de los animales, gracias a los rangers de "Safe the Rhino Trust", que patrullan la inmensa zona norte del desierto del Namib.