Juntos contra el E.coli
9 de junio de 2011Publicidad
“Desafortunadas” fue el adjetivo que el secretario de Estado español para Asuntos Europeos, Diego López Garrido, eligió a la hora de definir las declaraciones de la responsable de Salud del gobierno regional de Hamburgo, Cornelia Prüfer-Storcks, en las que acusaba al pepino español de ser culpable del brote infeccioso con la bacteria E.coli.
Las palabras de la política “han creado un problema y no han solucionado la cuestión de fondo, que es detectar el origen de la enfermedad”, dijo López Garrido en una conferencia de prensa celebrada en Berlín. Por lo demás, el secretario español, que se reunía hoy con las autoridades germanas, se cuidó de que las muestras no fueran sólo de enfado sino también de voluntad de colaborar y pasar página en esta crisis. “Los errores que se han cometido, se han cometido”, declaró, “Alemania y España tienen que trabajar juntas”.
Una treintena de víctimas mortales y más de 300 enfermos es el saldo que deja ya el EHEC. Los contagios se reducen, pero probablemente no a causa de una pérdida de agresividad de la bacteria sino de las medidas preventivas que está tomando la población. La procedencia del brote sigue sin identificarse. El Instituto Robert Koch alemán estudia el caso a contrarreloj y bajo una enorme presión, por el momento aún sin resultados. A estas alturas ya hay incluso quien descarta la posibilidad de que se llegue a encontrar jamás la fuente de la epidemia.
“Es el momento de ser constructivos”
Un pepino contaminado en la basura de una familia contagiada por el E.coli despertó ayer miércoles (08.06.2011) nuevas esperanzas de que se hubiera dado con un indicio que seguir hasta el principio del brote infeccioso. Sin embargo, la euforia pasó pronto: el pepino llevaba más de una semana entre los desperdicios, de manera que resulta imposible establecer si la bacteria la portaba la hortaliza o si ésta la adquirió al contacto con los demás restos.
Aún así, demuestra el hecho que el pepino, como el tomate y la lechuga, no se libra aún de la etiqueta de sospechoso. No obstante, lo que ya nadie discute es que Alemania se precipitó a la hora de repartir sentencias. Los agricultores españoles se quejan de pérdidas millonarias al vertirse sobre ellos, en su opinión injustificadamente, la sombra de la duda. España podría estar barajando la posibilidad de exigirle responsabilidades a Berlín, se aseguraba hace pocos días.
“Yo no he oído nunca que España vaya a interponer una denuncia contra el Estado alemán”, quiso dejar claro López Garrido en la capital germana. No es el momento de atizar el enfrentamiento sino de “ser constructivos” y “mirar hacia adelante”, añadió el secretario.
“Positivamente” dijo valorar López Garrido los 210 millones de euros que en ayudas comunitarias se han aprobado para los productores afectados, aunque, puntualizó el enviado de Madrid, “me parecen insuficientes. Ésta no puede ser la cifra final porque los daños se siguen produciendo”. El que la canciller alemana, Angela Merkel, se haya comprometido a mejorar la deteriorada imagen del sector agrario español se recoge en el sur europeo como una señal en la dirección deseada.
Baches en el idilio germano-español
Alemania absorbe un cuarto de la producción agraria española. Como mercado, es éste para los hispanos uno fundamental. España, por su parte, se encuentra entre los adquisidores importantes de productos tecnológicos germanos. Durante años, y especialmente desde que en 1986 los países de la Península Ibérica ingresaran en la Unión Europea, este binomio ha funcionado a la perfección. “Nunca, en 30 años, hemos tenido un problema”, recordó López Garrido.
Los últimos tiempos, sin embargo, han sido malos para el idilio germano-español. La crisis se inició ya antes de la irrupción del E.coli y de los ataques al pepino, pese a que en el norte no se tuviera excesiva conciencia de ello. Angela Merkel halagó a principios de 2011 en una visita a Madrid los esfuerzos españoles por superar las dificultades económicas. La declaración sirvió de bálsamo para una herida abierta por ella misma, que antes había criticado el proceder financiero del sur de Europa, menoscabando con ello la delicada cuestión de la credibilidad en los mercados que tan rápidamente lleva a peligrosos aumentos del interés sobre la deuda contraída.
Tampoco el que la canciller se quejara de la poca voluntad de trabajo de algunas sociedades comunitarias y de la temprana edad de jubilación en la región meridional del continente cayó bien en España, que sin haber sido nombrada directamente se sintió incluida en el esquema “norte trabajador y costeador vs. sur vago y cobrador”. El pepino vino finalmente a colmar el vaso.
Con todo esto quiso acabar López Garrido en su intervención berlinesa. Es hora zanjar el duelo dialéctico. La relación entre los dos socios es buena y, en una situación “gravísima” como la actual, “hemos acordado mantener una coordinación constante a todos los niveles”.
Autor: Luna Bolívar/ dpa/ rtrla
Editor: Emilia Rojas Sasse
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