España optó por la política y la legalidad
12 de septiembre de 2006Mientras que en los EE.UU. y muchos otros países la alerta social se tradujo en cambios legislativos y un debate sobre los límites a las libertades civiles, la reacción española fue claramente diferente.
Esto se explica hasta cierto grado con la experiencia española de haber convivido con el extremismo del separatismo vasco. Durante más de tres décadas, ETA ha querido lograr un País Vasco independiente por medio del asesinato, los atentados, los secuestros y la extorsión.
Pero los expertos consultados por DW-WORLD destacan asimismo la voluntad de un cambio político de fondo, como motivo que distingue la reacción española a la llamada amenaza terrorista global.
“Reacción exagerada”
Luego del 11-S, muchos en España en general creyeron “exagerada la reacción en los Estados Unidos y su maniqueismo de buenos y malos”, explica a DW-WORLD Mabel González Bustelo.
Actualmente responsable de la campaña de desarme de Greenpeace España, esta analista ha seguido de cerca el fenómeno de la “guerra contra el terrorismo” para el Centro de Investigaciones para la Paz (CIP) y el Instituto de Periodismo Preventivo y Análisis Internacional (IPPAI).
Aunque también en Madrid las alarmas sonaron a partir de los atentados en EE.UU., no se dieron pasos hacia cambiar la legislación en materia de seguridad interna.
Por otra parte, la política exterior del entonces presidente, José María Aznar, se alineó claramente con Washington, en contra de la oposición de la inmensa mayoría de los españoles. Los sondeos registraron que más del 90% de la población se oponía a la guerra de Irak, que contó con apoyo logístico español.
El 11-M
El 11 de marzo de 2004 el terrorismo de origen islamista llegó a España. Los atentados en los trenes de cercanías de Madrid mataron a 191 personas e hirieron a 1.500.
La clave para Mabel González Bustelo está en la reacción de los españoles. El contraste con los EE.UU. fue radical. “La reacción en España ha sido muy diferente”, al grado que “se eligió un gobierno que ofrecía otra política”, añade.
Los atentados del 11-M se interpretaron “como una reacción a la guerra en Irak, se transfirió la responsabilidad de los atentados a la guerra”, explica en DW-WORLD. Añadido al “mal manejo” del gobierno Aznar de los atentados, se optó “por un vuelco radical de la política” en las elecciones generales celebradas tres días después, el 14 de marzo.
Efectivamente, en las 72 horas previas a las elecciones presidenciales, Aznar intentó vincular los atentados a ETA, en contra de la opinión de todos los expertos españoles e internacionales. La reacción popular se tradujo en una mayor participación electoral de la prevista y la contienda, que hasta entonces era un cuello a cuello entre el Partido Socialista y el Partido Popular, se decidió a favor de José Luis Rodríguez Zapatero.
“ETA es insignificante”
Ante los estragos humanos y sociales causados por el 11-M, “ETA queda relegada la irrelevancia política”, sentencia Mabel González Bustelo. El rechazo de la violencia, combinado con la debilidad de ETA, llevaron “al proceso político actual, que permite imaginar que estamos ante el posible final del terrorismo en España”.
Acorralada en lo militar por la presión policial nacional e internacional reforzada desde 2001, desarticulado su entorno político y diezmada en lo económico, ETA opta por una salida negociada y anuncia el 22 de marzo de 2006 un alto el fuego permanente, como primer paso hacia un final de la violencia.
Al mismo tiempo ETA está muy lejos de generar credibilidad entre la mayoría de la población. “El terrorismo sigue siendo una gran preocupación y los fenómenos actuales (los intentos de atentados con explosivos líquidos en Londres) lo acrecientan”, aclara González Bustelo.
La vía política
A pesar de la alerta ante el “terrorismo internacional”, la experiencia histórica de España hace que se combata al terrorismo pro la vía política. Así, “no hay indicios para un endurecimiento de la legislación antiterrorista”, explica Mabel González Bustelo.
“No hay legislación específica, (en el Código Penal el terrorismo) está catalogado como pertenencia a banda armada, pero nada más”, añade. La explicación se encuentra, nuevamente, en la larga historia en la lucha contra ETA.
En el pasado se emplearon “también medidas ilegales”, dice esta analista en relación a los grupos paramilitares organizados bajo el Gobierno socialista de Felipe González. De todo ello se guarda “una memoria nefasta”.
Así, la experiencia del pasado, unida a alerta global frente al extremismo, resulta en España en una “madurez política esperada por pocos”, explica Mabel González Bustelo.
La conclusión es una España que tomó una opción distinta, “el rechazo de la lucha por medios violentos y no legales o el recorte de libertades”. En España prevalecen la política y la vía legal.