Presidente por seis meses
30 de diciembre de 2009Para constatar cuánto ha cambiado en Europa en sólo seis meses basta recordar cómo arrancó la presidencia sueca del Consejo de la Unión Europea que llega a su fin. En junio, la euroministra Cecilia Malmström presentó el programa de gobierno de Suecia subrayando que se trataría de una gestión difícil: “El nuevo Parlamento Europeo está por constituirse, la Comisión Europea se está transformando, un nuevo referéndum en Irlanda nos sume en la incertidumbre desde el punto de vista institucional y además tenemos la crisis financiera global”, explicaba Malmström en aquel momento, procurando atenuar de antemano las críticas que pudieran surgir de cara a la actuación de su país como director de ese órgano legislativo.
Una gestión modesta
Las perspectivas lucen mucho más favorables para España, que asumirá la presidencia del Consejo de la Unión Europea este 1° de enero de 2010: la crisis económica ha perdido el carácter dramático que tenía hace medio año, la inseguridad en torno al Tratado de Lisboa se ha disipado con su entrada en vigor y la Unión Europea ha hallado en el político belga Herman van Rompuy y la británica Catherine Ashton a su Presidente Permanente del Consejo Europeo y su Alto Representante de la Unión para Asuntos Exteriores y Política de Seguridad, respectivamente.
Estos nombramientos son importantes y, hasta cierto punto, le quitan peso a la gestión de España como presidente del Consejo de la Unión Europea. “El ministro de Exteriores español está a las órdenes de la señora Ashton. Él puede serle útil en las áreas donde él tiene más experiencia, sea en el Cercano Oriente, en Latinoamérica, en el norte de África o en el mediterráneo. En ese ámbito pueden trabajar juntos”, dijo recientemente el ministro de Exteriores español en cuestión, Miguel Ángel Moratinos, refiriéndose a sí mismo en tercera persona, dando a entender que jugaría el papel que le corresponde con modestia y buena disposición para el trabajo en equipo.
Las fortalezas de España
Esa experiencia constituye la fortaleza de la presidencia española, sobre todo en lo que al Cercano Oriente se refiere: “Mi aspiración es trabajar para que en 2010 tengamos por fin un Estado palestino que conviva en paz y con seguridad con Israel. ¿Por qué esperar más tiempo?”, pregunta Moratinos, quien impulsará el proceso de expansión de la Unión Europea con la misma determinación: los españoles quieren que la entrada de Croacia a la Unión Europea se tramite durante su mandato.
Al Gobierno serbio, que también está negociando la entrada de Serbia a la Unión Europea, le complace y conviene que España esté entre los pocos países europeos que no han reconocido a Kosovo como república independiente –para los serbios, Kosovo sigue perteneciendo a Serbia–; pero este tópico es particularmente espinoso para España y Moratinos se sintió arrinconado cuando el tema se trató en Bruselas hace poco.
Separatismo y migración
“Nosotros, España, hemos asumido una actitud particularmente constructiva de cara a esta cuestión, exceptuando lo relativo al reconocimiento de Kosovo. Nosotros tenemos nuestras razones, pero hoy no es el día para discutir sobre ese asunto”, señaló con diplomacia. Las razones a las que alude Moratinos tienen que ver con el temor de España a que su reconocimiento de la independencia de Kosovo le dé, sin quererlo, un espaldarazo en su propio territorio a los movimientos separatistas en el País Vasco y Cataluña.
Las políticas migratorias son otro punto fuerte en la agenda de España como presidente del Consejo de la Unión Europea. Según Moratinos, los países del sur de Europa se han visto particularmente afectados por la inmigración no controlada y necesitan contar con la solidaridad de la Unión Europea como bloque. Junto a Italia, Malta y Grecia, España continúa siendo uno de los destinos principales de los inmigrantes que buscan mejores perspectivas de vida en el Viejo Continente.
Autor: Christoph Hasselbach / Evan Romero-Castillo
Editor: José Ospina Valencia