¿Es la economía alemana demasiado dependiente de China?
12 de abril de 2023Los europeos no deberían seguir, ni adaptarse al ritmo de Estados Unidos ni de una sobrerreacción china. Eso dijo el presidente francés, Emmanuel Macron, en el marco de su visita a China. Las críticas a esas declaraciones provinieron de muchos lados, incluso en Alemania. Sin embargo, muchas empresas en este país tendrían que estar de acuerdo con ese punto de vista.
"Si no tuviéramos más a China, el bienestar de Alemania disminuiría”, dijo Holger Engelman, jefe de Webasto, proveedora para la industria automotriz en todo el mundo. Y él sabe de lo que está hablando. Su compañía genera más de un tercio de sus ventas en China, y produce allí en once fábricas.
Dependencia de importaciones
Casos como el de Webasto hay muchos, y eso lo demuestra el simple hecho de que China es el mayor socio comercial de Alemania en el mundo. Si bien en los últimos años Alemania exportó más a EE. UU., en las estadísticas compuestas de exportaciones e importaciones China es el socio comercial más importante de este país. Es decir que existe, al menos, una dependencia de las importaciones de China.
"En cuanto a materias primas y partes para nuestra producción, es decir, productos preliminares, la dependencia de China es extremadamente grande”, afirma, por su parte, Carsten Brzeski a DW. El jefe economista del banco ING Alemania dice que esa dependencia "es más fuerte que, por ejemplo, la dependencia que tiene Francia de China”. A eso se suma que muchas empresas, como Webasto, también realizan una gran parte de su volumen de ventas en China. En la segunda mitad de 2022, por ejemplo, las compañías alemanas Volskwagen, Mercedes y BMW vendieron casi el 40 por ciento de sus automóviles en China.
Lo que sí es seguro es que China hace tiempo que dejó de ser la fábrica para países industrializados como Alemania. Con el Proyecto China 2025, el gobierno de Pekín desarrolló un plan para liderar en los próximos años el mercado mundial de las tecnologías del futuro.
Sin China no hay giro energético
En algunas áreas eso ya es una realidad, por ejemplo, en la producción de baterías para la electromovilidad. La proveedora china CATL -que construye sus fábricas también en Hungría y Alemania- suministra cerca de un tercio de todas las baterías para automóviles eléctricos en el mundo. Y alrededor de un 80 por ciento de los acumuladores de iones de litio para la movilidad eléctrica a nivel mundial. "Sin China no hay autos eléctricos”, dice Carsten Brzeski. "Y sin China no hay giro energético, sin China no hay celdas solares para nuestros techos”, añade. Por eso no se puede poner fin a las relaciones económicas con China, sobre todo, no a corto plazo.
"En este momento la situación es difícil; el punto clave es la minimización de riesgos”, explica el director del Instituto Mercator para Estudios de China (MERICS) en entrevista con la emisora Deutschlandfunk. "Nos encontramos en un doble juego: por un lado, se quiere estabilidad y también relaciones de negocios. Pero, al mismo tiempo, se hace el intento de reducir las propias vulnerabilidades”.
También se podría decir que Alemania, con sus estrechos lazos comerciales con China, se encuentra en un dilema. Por una parte, trata de mantener las relaciones, y por la otra, no quiere ser acrítica. "Por supuesto que, desde el estallido de la guerra en Ucrania, la primera reacción es decir ‘ahora hay que enfocarse aún más en los países amigos, y terminar o reducir la dependencia de China. Pero eso no es posible en absoluto”, señala Carsten Brzeski.
Nuevas precauciones
Después de todo, muchas empresas e inversores chinos están presentes en la economía alemana, ya sea a través de la absorción de compañías o de participaciones en las mismas. La absorción del líder mundial en robots industriales Kuka por el grupo chino Midea, en 2016, ocupó los titulares. Los dos mayores accionistas de Mercedes Benz son chinos: por un lado, el grupo BAIC, y por el otro, el inversor Li Shufu, ambos con un 10 por ciento de participación en Mercedes.
Sin embargo, esto se atenuó por diferentes razones en los últimos años. En eso tuvo que ver también la creciente tensión geopolítica y las reticencias con las que se encuentran los interesados chinos, sobre todo, en las áreas de infraestructura crítica. Una tendencia que se sostendría en el futuro.
(cp/ers)