¿Es Argentina laboratorio de pruebas de la vacuna rusa?
28 de enero de 2021El Airbus 330 de Aerolíneas Argentinas que aterrizó el día de Nochebuena de 2020 en el aeropuerto internacional Ezeiza de Buenos Aires fue recibido por docenas de equipos de televisión que hicieron conexiones en directo con sus estudios. Las azafatas rompieron en lágrimas de emoción y la tripulación llevaba puestos barbijos de color azul oscuro con el logotipo del proyecto que tantas esperanzas (y también desconfianza) despertó en muchos argentinos: Operación Moscú-Diciembre 2020.
A bordo estaban las primeras 300.000 dosis de la vacuna rusa Sputnik V. Dos semanas después llegaron otras 300.000 y el jueves (28.1.2021) aterrizó la tercera aeronave con un nuevo cargamento. Argentina es el primer país grande, tras Rusia, en apostarlo todo a la carta de la vacuna rusa hasta finales de marzo. ¿Le quedaba al país andino alguna otra opción? A Argentina le sucede como a muchos otros países del sur global. En el mercado internacional de vacunas, países ricos como EE. UU., Israel o los países europeos agotaron las existencias de las dosis de BioNtech-Pfizer y Moderna, por lo que Argentina tuvo que conformarse con las ofertas no del todo desinteresadas de Rusia y China para inmunizar a su población.
Efectos secundarios: candentes debates políticos
"Sputnik V es una vacuna que tiene efectos secundarios no escritos en las instrucciones del medicamento", dice a DW Josefina Edelstein, periodista científica y una de las expertas líderes en salud de Argentina. "Y con ello no me refiero a los efectos secundarios médicos sino a los políticos, así como a las controversias geopolíticas y económicas que provoca esta vacuna".
Hace una semana, el presidente de Argentina, Alberto Fernández, se convirtió en el primer jefe de Estado latinoamericano en inocularse una vacuna contra el coronavirus. Tras inyectársela, Fernández bromeó diciendo que tenía ganas de beberse un vodka y le preguntó a la enfermera si eso podría ser un efecto secundario. La oposición, que critica a Fernández desde hace meses por su gestión de la crisis, teme que Argentina se vuelva dependiente de un autócrata como Putin.
Instrumento de mercadotecnia
La Sputnik V es para Rusia más que una vacuna. A pesar del extraño hecho de que el propio Putin no se ha vacunado todavía, el líder ruso ha convertido su promoción en cuestión de Estado. El nombre "Sputnik" vincula la vacuna con los últimos grandes logros de la ciencia rusa del pasado siglo. Rusia quiere remozar con el nuevo fármaco su deteriorada imagen internacional en temas como Siria, Ucrania y Navalni, y volver así a ocupar el lugar en el mundo que cree que le corresponde.
Las aspiraciones globales de Rusia provocan fricciones locales en Argentina. "El Gobierno de la ciudad de Buenos Aires critica con dureza la Sputnik V y está en contra de la vacunación con ella", dice Edelstein.
Sin Plan B
"Argentina no llevó a cabo una estrategia eficiente para abastecerse de diferentes vacunas y de dosis de AstraZeneca en marzo", explica Sergio Berensztein, y agrega que las negociaciones con Pfizer fracasaron porque Argentina no quiso aceptar las condiciones contractuales relativas a la exención de responsabilidades. "Argentina fue uno de los países donde Pfizer llevó a cabo pruebas en la tercera fase de su vacuna. Muchas personas participaron y todo el mundo pensó que el contrato sería una formalidad. Pero Argentina no ha recibido ni una sola dosis".
Berensztein, politólogo y asesor de empresas, critica con dureza al presidente Fernández, a pesar de que el Gobierno tiene poca culpa del fracaso de las negociaciones con la farmacéutica estadounidense. El Ejecutivo argentino cometió los mismos errores que otros gobiernos: prometer cosas que luego no pudo cumplir, sobre todo en lo relativo a plazos de vacunación.
Sergio Berensztein no cree que vaya a recibir su dosis inmunizadora este año. "Lo cierto es que hubiera sido muy extraño y difícil de explicar que un Gobierno argentino hubiera hecho un buen trabajo precisamente durante la crisis del coronavirus", dice el demoledor análisis de Berensztein. "Todos los Gobiernos acá se distinguen por fracasar siempre incluso en las cosas más sencillas, como bajar la inflación. ¿Por qué tendría que hacer buena política en un tema tan complejo?" (ms/ers)