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Ensayos nucleares: en espera de la proscripción

4 de enero de 2010

El Tratado de Prohibición Completa de Ensayos Nucleares ha sido firmado por 182 países y ratificado por 151. Entre ellos no se cuenta Estados Unidos. ¿Cambiará la situación con Obama en la Presidencia?

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Tiempos pasados: ensayo nuclear francés en el atolón de Mururoa, en 1971.Imagen: picture-alliance / dpa

Barack Obama expuso en septiembre de 2009 ante las Naciones Unidas su visión de un mundo pacífico. Y no se quedó sólo en palabras. Fue el primer presidente de Estados Unidos en dirigir una sesión extraordinaria del Consejo de Seguridad de la ONU, en la que se aprobó una resolución que demanda el desmantelamiento de todas las armas atómicas. Ese mismo día tuvo lugar, también en Nueva York, una conferencia sobre el Tratado de Prohibición Completa de Ensayos Nucleares (CTBT), en la cual la secretaria de Estado norteamericana, Hillary Clinton, manifestó la convicción de que dicho tratado es parte integral de la política de desarme nuclear. Igualmente afirmó que Obama trabajaría en los próximos meses para conseguir en el Senado el apoyo necesario para ratificar el CTBT y para lograr que también otros países hicieran lo propio.

El hecho de que Estados Unidos aún no haya ratificado el tratado en cuestión obedece a la resistencia en el Senado. Si bien 11 años atrás algunos senadores de la oposición republicana lo respaldaron, el entonces presidente Bill Clinton no logró la necesaria mayoría de dos tercios. Los opositores argumentaban que, de ratificarse el tratado, Washington no estaría en condiciones de probar la eficacia de sus armas en la práctica.

Reparos obsoletos

Entretanto, sin embargo, las pruebas de laboratorio son suficientes, según Stephen P. Cohen, experto en desarme del Instituto Brookings, de Washington. “Tenemos armas tan diferentes y estamos bastante seguros de que la mayoría funciona”, afirma. Y hace notar: “Lo peor que podría pasar es que, si lanza 50, 100 o 1000 bombas, algunas no exploten. Pero puede usted imaginarse que en un mundo, en semejante escenario, ése sería realmente el menor de los problemas”.

Proteste gegen Atomtest in Nordkorea
Sudcoreanos protestan contra el ensayo nuclear de Corea del Norte, en 2006.Imagen: DPA

También otro argumento de los críticos ha perdido entretanto vigor: la dificultad de verificar el cumplimiento del tratado. Hoy en día, las posibilidades técnicas han mejorado sustancialmente. El mundo sabe dónde se han probado armas atómicas desde que se selló el CTBT (en 1996): en India y Pakistán, en 1998, y en Corea del Norte, en 2006.

En consecuencia, en Estados Unidos son muchos los que abogan por la ratificación del tratado. Entre ellos se cuentan los ex ministros de Relaciones Exteriores George Schultz y Henry Kissinger e incluso el ministro de Defensa, Robert Gates, se ha manifestado cautelosamente favorable.

Menos ensayos nucleares

En realidad, no hay motivo para no ratificar el tratado de prohibición de ensayos nucleares. Porque, en caso de emergencia, existe también una cláusula que permite retirarse, como indica Michael Krepon, co-fundador del Centro Henry L. Stimson, dedicado a temas de seguridad y desarme.

Pese a ello, el CTBT no carece de sentido. Ya en la actualidad ha conseguido que prácticamente no se efectúen más ensayos nucleares. Y si Estados Unidos lo ratifica, otros países seguirían el ejemplo. Indonesia ya ha anunciado que lo ratificará si Estados Unidos lo hace y también China ha dado señales positivas. Quedan todavía Egipto, Irán, Israel, Pakistán y Corea del Norte, así como India.

Resistencia republicana

Cohen hace notar que Rusia no sólo firmó el tratado, sino que también lo ratificó a mediados del 2000. Moscú lleva pues la delantera. Pero no da la impresión de que Washington vaya a secundarlo, al menos no en 2010. Porque la resistencia de los republicanos en el Senado no ha cedido. “Para ratificar el CTBT se necesitarían actualmente siete votos de republicanos, y tras las elecciones del Congreso probablemente se requieran más”, señala Michael Krepon, añadiendo que si se mantiene la postura republicana de rechazo, será muy difícil lograrlo.

Para quebrar la resistencia, Barack Obama tendría que recurrir a todo su peso político. Pero el Premio Nobel de la Paz lo pensará mucho. A fin de cuentas, también tendrá que hacer valer su autoridad en otras materias: tras la reforma del sistema de salud, está previsto acometer la ley de protección del clima como próximo desafío parlamentario. Y también este tema se topa con la dura resistencia republicana.

Autora: Christina Bergman/Emilia Rojas

Editor: Pablo Kummetz