¿Guerra Fría 2.0?
29 de junio de 2010Cada cierto tiempo, la industria cinematográfica estadounidense lanza al mercado una película de espías para ver si consigue llenar las salas de cine del mundo como lo hacía en la era de la Guerra Fría. Pero a Hollywood le está resultando difícil llamar la atención de una nueva generación de espectadores con historias de agentes secretos; en sí mismo, el hecho de que los Estados envíen a sus servicios secretos de gira por el planeta ha dejado de ser una noción extraordinaria o fascinante.
Sólo cuando una verdadera operación de espionaje es develada, y con ella toda la parafernalia tecnológica que la hizo posible, despierta el oficio de los agentes secretos un interés tan notable como el de otrora. Y eso es lo que parece haber ocurrido este lunes (28:6.2010) en la tierra de Ethan Hunt, el héroe del filme Misión imposible: el Departamento de Justicia en Washington anunció el desmantelamiento de una red de espionaje que buscaba infiltrarse en los círculos locales donde se toman las decisiones de más alto valor estratégico con miras a recabar información para el Gobierno de Rusia.
Inoportuno escándalo
Este martes (29.6.2010), el ministro ruso de Relaciones Exteriores, Serguei Lavrov, pidió a Estados Unidos que explicara con claridad las circunstancias en torno al arresto de los supuestos espías que trabajaban desde hacía varios años para Moscú. "En realidad, no nos han dicho de qué se trata todo", dijo Lavrov, citado por la agencia de noticias Interfax, agregando que el momento en que se llevó a cabo el desmantelamiento de la supuesta red de espionaje no fue elegido al azar.
Según los investigadores, los supuestos agentes habían estado activos desde los años noventa y bajo observación desde hacía mucho tiempo. "¿Por qué no los detuvieron antes?", se pregunta Nikolai Kovaljov, ex jefe del servicio secreto interior ruso FSB, atribuyendo a fuerzas políticas estadounidenses la intención de sabotear el reinicio de las relaciones bilaterales entre Estados Unidos y Rusia anunciadas recientemente en Washington.
¿Quién le teme a la amistad ruso-estadounidense?
El presidente estadounidense, Barack Obama, y el ruso, Dimitri Medvédev, se reunieron el pasado jueves (24.6.2010) en la Casa Blanca y acordaron estrechar no solamente la cooperación económica, sino también el trabajo conjunto de sus respectivos servicios secretos, sobre todo en la lucha contra el terrorismo. De ahí que Moscú reaccione con extrañamiento y el tono de sus protestas suba con el paso de las horas. Como muestra, un botón: el diputado de la duma Vladimir Kolesnikov exigió que a los supuestos espías estadounidenses en Rusia se les siguieran procesos públicos.
"No es ningún secreto que en Rusia trabajan agentes estadounidenses", dijo Kolesnikov desde Moscú. "Pero hasta ahora se les extraditaba de forma silenciosa cuando eran descubiertos. Quizá haya que hacerles un proceso", sugirió con un dejo amenazador. Mijail Liubimov, otro veterano del servicio secreto ruso, dejó saber que si el escándalo resulta ser una provocación política, Moscú tenía la opción de tomar "medidas represivas" contra ingenieros estadounidenses que trabajan en Rusia, por ejemplo.
Once sospechosos
Policías estadounidenses arrestaron a diez sospechosos de espionaje en varias ciudades del noreste de Estados Unidos y siguen tras la pista de otro. La operación en Nueva Jersey, Nueva York, Massachusetts y Virginia se realizó tras varios años de investigaciones por parte del FBI, la policía federal estadounidense. Ocho de los detenidos también han sido acusados de incurrir en lavado de dinero. “Con tantos detenidos al mismo tiempo, este es, sin duda, un caso sin precedentes”, comentó el politólogo ruso Mark Urnov, un crítico del Gobierno de Moscú.
Urnov añadió que el incidente no enturbiará el talante amistoso que empiezan a tener las relaciones entre Estados Unidos y Rusia, pero, considerando la volatilidad que las caracteriza, ¿a quién le sorprendería que la opacidad con que este caso ha sido tratado termine empañando también la percepción que los rusos tienen de la confiabilidad de los americanos y viceversa?
“Una novela policíaca barata”
Kovaljov, quien también es diputado en el Parlamento ruso, describió las inculpaciones procedentes de Estados Unidos como “una novela policíaca barata, por debajo del nivel de una novela de Agatha Christie". No sólo le resulta incomprensible que a los supuestos miembros del servicio secreto ruso se les atribuya el delito de lavado de dinero; el presunto trabajo de grupo es, a su juicio, un señalamiento que sólo puede hacer reír a cualquier miembro del servicio secreto profesional.
“Un agente sólo establece contacto con otra persona, esa es la regla de oro de todo servicio secreto en el mundo", dijo Kovaljov, subrayando que la sola idea de diez u once espías trabajando interconectados es una "estupidez absoluta”. Ciertamente, la información hecha pública por las autoridades estadounidenses retrata a los presuntos espías rusos como cualquier cosa menos sofisticados: en una breve entrevista concedida a la revista alemana Der Spiegel, el profesor de seguridad informática de la Universidad de Ciencias Aplicadas Bonn-Rhein-Sieg, Hartmut Pohl, calificó su modus operandi a medio camino entre refinado y diletante.
Entre refinado y diletante
Sobre la presunta transmisión de información mediante redes de Internet inalámbricas en lugares públicos, Pohl dijo: “Ese es un recurso interesante porque hace difícil interceptar la comunicación y, como los investigadores deben permanecer muy cerca de los sospechosos, corren mayor riesgo de ser descubiertos”. Pero los agentes habrían trabajado también intercambiando maletines idénticos con sus contactos, ocultando mensajes cifrados en páginas web y transmitiendo información empleando técnicas de onda corta; como en las películas de antaño.
Al respecto se pronunció Pohl: “El hecho de que los agentes conversaran sobre dónde y cómo esconder los mensajes cifrados es una señal de diletantismo”. Está por verse si Kovaljov tiene razón: él ha oreado la teoría de que los servicios de inteligencia estadounidenses han detenido a un grupo de estafadores silvestres para luego atribuirles el escándalo de espionaje.
Autor: Evan Romero-Castillo / dpa
Editor: Enrique López Magallón