“En materia de integración, Alemania debe aprender de su fútbol”
22 de octubre de 2010Deutsche Welle dialogó con el politólogo Andreas Merx, experto en el tema de diversidad cultural y autor de varios documentos sobre el particular, entre ellos el dossier “Fútbol e integración” publicado por la Fundación Heinrich Böll.
Deutsche Welle: Señor Merx, ¿es fútbol un buen vehículo de integración del extranjero en Alemania?
Andreas Merx: “Sí, el fútbol tuvo siempre un gran valor en Alemania, no en vano se habla de una segunda fundación del país gracias al triunfo del equipo nacional en el Mundial de 1954. Con el paso de los años la sociedad alemana es cada vez más diversa y plural y el fútbol, que atrae a los miembros de las clases media y baja a la cual pertenecen muchos inmigrantes de distintas nacionalidades, es un deporte en torno al cual se han agrupado. La Federación Alemana de Fútbol (DFB) entendió eso hace ya algún tiempo y fruto de ello son los Khedira, los Özil, los Cacau con los que cuenta la selección; lamentablemente, pese a ellos, la discusión en torno a la integración no deja de ser negativa”.
¿El fútbol como opción de integración contra la pobreza?
“La participación de los pobres y la clase media en actividades futbolísticas es muy grande: Los ricos juegan otras cosas, tenis, quizás golf. Entretanto hay una generación con problemas sociales que con el apoyo de la DFB aprende a ser solidaria, a trabajar en equipo, a gozar de reconocimiento, cosas que fuera de la cancha los inmigrantes no disfrutan pues en la vida real son discriminados incluso pese a muchas veces estar bien calificados. En el fútbol la integración funciona, en la calle en cambio es más difícil”.
¿Pero no significa ello que en el fútbol hay una especie de “integración artificial”?
“Artificial quizás, pero integración. Yo lo plantearía de otra manera: el problema de Alemania es que el país no entiende ni acepta ser un país de inmigrantes, que ha faltado un política sobre el particular aunque pese a ello se está mejor que en muchas otra partes como por ejemplo Francia, donde la situación es más aguda. En el fútbol los aspectos negativos del proceso de integración se ocultan, pero no por ello la otra realidad deja de existir. Pero por lo menos hay un aspecto que funciona, y eso es lo valioso”.
En Alemania, de la noche a la mañana, la integración exitosa del inmigrante tiene nombre: Mesut Özil
“Esa proyección a Özil es demasiado, se está exagerando y a mí a veces me da pena con él que es un buen muchacho, algo tímido, aunque de hecho ejemplar. Tenerlo de símbolo es bueno, pero no va a solucionar los problemas de fondo. El peso que le han puesto sobre los hombro es demasiado, uno no puede hacer de todos los jóvenes inmigrantes millonarios del fútbol, por eso se necesitan oportunidades de educación y de trabajo”.
Hamit Altintop, futbolista turco del Bayern nacido en Alemania, dijo sobre el caso Özil, del cual es un buen amigo, “eso no es integración, eso es negocio”.
“Lo que dijo Altintop no es del todo acertado. En el fútbol global, que es parte de una sociedad capitalista, se toman decisiones de fichar por un club o por el otro pensando en la carrera, el mismo Altintop no es ajeno a ello. Pero en materia de pertenecer a la selección hay sentimientos que están a la mano o no lo están. Altintop podría haber jugado por Alemania y optó por hacerlo por Turquía, lo cual no fue el caso de Özil, pues él si se sintió identificado con un país cuya Federación lo acompañó durante largo tiempo formándolo y dándole oportunidades en las divisiones inferiores”.
La semana pasada la canciller Ángela Merkel dio por fracasada la sociedad multicultural alemana, curiosamente pocos días antes, con ocasión del partido contra Turquía en Berlín, bajó al camerino de la selección nacional a felicitarla y se tomó una foto con el símbolo de la integración, con Mesut Özil.
“Dar por fracasada la sociedad multicultural en Alemania es un argumento desafortunado de la Canciller, quien durante el Mundial de Sudáfrica festejó precisamente ese aspecto de la selección nacional; eso no es honesto. La multiculturalidad, que en su origen era un concepto positivo, se ha vuelto un grito de combate en un debate que en su contexto político es utilizado de manera populista y declararla fracasada no produce ningún beneficio. En cuanto a la foto, esa es la política, ella olvida rápido y así como fue popular ir a la cabina a celebrar, es popular una semana después borrar el gesto de la memoria; la sociedad en general también actúa así, basta recordar que al inicio del Mundial el debate era en torno a quiénes cantaban el himno nacional antes de cada partido y quiénes no, y con los buenos resultados ya eso no importaba, todos eran negro, rojo y dorado como la bandera, todos felices”.
¿Debería el concepto de integración del inmigrante en el fútbol convertirse en modelo para el resto de la sociedad?
"No hay que ir demasiado lejos con esto. Futbolistas como Özil, Sami Khedira o Cacau tienen un importante valor simbólico pero ellos, ni lo que representan, son solución a los problemas de integración que existen. De otro lado, la Canciller podría tomarse un par de días de retiro para aprender del entrenador de la selección, Joachim Löw, y los funcionarios de la DFB, porque en el fútbol alemán está funcionando un buen modelo en temas de integración, de motivación, de espíritu de equipo, de relaciones interpersonales, del cual se pueden extraer muchas cosas positivas para el resto de la sociedad”.
Por último señor Merx, curiosamente el embajador oficial para temas de integración designado por la DFB no es un jugador de origen turco sino un brasilero nacionalizado, Cacau. ¿Cómo ve usted esto?
“La elección fue muy buena de parte de la DFB. Cacau representa no sólo a los inmigrantes sino al extranjero integrado que domina el idioma, que es disciplinado, tranquilo, simpático y que tiene cualidades de liderazgo; al mismo tiempo personifica a la raza negra que en el pasado ha sido objeto de ataques racistas en las ligas inferiores”.
Autor: Daniel Martínez
Editora: Emilia Rojas