"En historias de silencio las más afectadas son las mujeres"
2 de junio de 2024"Esta novela es la ficción de la realidad y la realidad de la ficción. Es la voz de muchas en la historia de una”, dice a DW la escritora Emma Sepúlveda. Su libro Cuando mi cuerpo dejó de ser tu casa. Memorias de Ilse en Colonia Dignidad, publicado por editorial Catalonia, será llevado al cine por el director español Samuel Sebastian.
Este el relato en primera persona de una víctima y sobreviviente de la secta alemana en el sur de Chile. La protagonista es ficticia, pero los hechos son reales. Se basa en documentos históricos, material de prensa y testimonios de víctimas y personas relacionadas con el caso, entre otras fuentes. A través de las memorias de Ilse se conoce la historia de esta colonia fundada en 1961 por el predicador laico Paul Schäfer.
Tras la fachada de una supuesta sociedad benefactora, allí se cometieron crímenes como trabajo esclavo, tortura, medicación forzada y abuso sexual de menores por décadas. Asimismo, fue un centro de detención, donde desaparecieron opositores a la dictadura de Augusto Pinochet.
Sepúlveda nació en Argentina, creció en Chile y en 1973 emigró a Estados Unidos. Profesora emérita de la Universidad de Nevada en Reno y activista de derechos humanos, reside desde hace unos años en España, donde sigue trabajando los temas que han marcado su vida y su escritura, como la migración y las historias de mujeres, claves también en esta última novela.
La traducción a alemán será publicada en septiembre por editorial Buxus. En octubre, Sepúlveda la presentará en la Feria del Libro de Frankfurt y hará una gira por varias ciudades alemanas.
DW: El caso Colonia Dignidad se ha cubierto desde el periodismo y la investigación. ¿Por qué decidió abordarlo desde la literatura?
Sepúlveda: Como escritora siempre me ha interesado la historia de las mujeres. Tengo libros sobre las arpilleristas y sobre las mujeres de los 33 mineros (rescatados de una mina en el norte de Chile). Siempre he enfocado mi escritura hacia la historia de mujeres, también en Estados Unidos. Por años he investigado lo que pasó en Colonia Dignidad. Cuando era pequeña y vivía en Chile, leí los artículos sobre la fuga del colono Wolfgang Müller y siempre me interesó hacer algo como escritora. Y mientras más investigué, más me interesó que nadie hablaba de lo que les pasaba a las mujeres.
En general, en Colonia Dignidad sabemos de los hombres, como el líder y fundador, los jerarcas y los niños abusados, pero de las mujeres se habla poco. ¿Qué descubrió?
Vi documentos que hablaban de las adopciones ilegales que se habían hecho, empecé a leer sobre una de las grandes criminales, que fue la doctora de Colonia Dignidad, y sobre las mujeres que se habían ido a Chile y dejado a sus esposos en Alemania. Era una historia apasionante sobre las mujeres, y me inquietó que todavía se seguía silenciando.
¿Por qué se ha ignorado la voz de las mujeres de Colonia Dignidad?
Ha habido una complicidad del silencio sobre Colonia Dignidad y siempre en las historias de los silencios las más afectadas son las mujeres. Schäfer, los políticos que visitaban la colonia, los abogados, los presidentes de Chile y autoridades en Alemania, todos eran hombres. Históricamente se ha ignorado a las mujeres.
Y sin embargo, fueron las madres de los niños chilenos abusados las que denunciaron los crímenes y lograron la detención de Schäfer.
Exactamente, es una madre la que busca al abogado Hernán Fernández y le muestra el papelito de su hijo donde pide que lo rescaten porque Schäfer está abusando de él. Ella abre este círculo. Pero se continúa con el silencio. Las colonas estaban completamente metidas en esta secta que les lavó la cabeza, eran mujeres torturadas, que ya no eran capaces de pensar por sí mismas. Han sido ignoradas porque no tenían la presencia en los medios, ni en la literatura ni en los procesos de justicia. Ninguna mujer buscó un abogado para que la representara por ser violada o porque le habían sacado el útero y los ovarios.
De todo lo que investigó, ¿qué fue lo que más le impresionó?
Lo más terrible fue visitar la colonia. Una cosa es leer lo que pasó en el lugar y otra es verlo. Colonia Dignidad tiene un peso histórico. Hablé con una mujer que todavía vive ahí, y sin decirle que era escritora, le pregunté cómo era su vida allí y me dijo "terrible, desde que murió Paul Schäfer. Antes vivíamos mejor que ahora”. Eso me impactó, comprobar el lavado de cerebro de una persona que ha vivido en una secta.
La novela apunta a la indiferencia y la complicidad de Chile y Alemania. ¿Cuál es su responsabilidad en este caso?
Paul Schäfer jamás debió haber salido de Alemania, ni tampoco debería haber entrado a Chile. Cómo fue posible que llegaran esos niños sin padres, que el gobierno del presidente Alessandri financiara el hospital y permitiera que se enviara desde Alemania una máquina de electrochoques y nadie averiguara por qué un recinto religioso necesitaba ese equipo. Me sigue sorprendiendo esa complicidad. Chile ha tenido ocho gobiernos y Colonia Dignidad no se ha cerrado. Me parece extraño que Alemania no haya desclasificado todos los documentos que existen del servicio secreto. Incluso después de escribir el libro, tengo más preguntas que antes.
En su novela dice que la secta dejó cicatrices físicas y mentales, y aunque hay víctimas que salieron de Colonia Dignidad, esta nunca salió de sus vidas. ¿Cómo se puede superar ese trauma?
Estas mujeres no han recibido la ayuda psicológica y psiquiátrica que necesitaban para sanar. Hay personas que hoy ni siquiera tienen buena atención médica ni acceso a medicamentos. Los dos países han fallado, ha faltado apoyo, económica y psicológicamente. Las mujeres que pudieron escapar todavía viven con el fantasma de la tortura. No se han podido liberar porque no se han podido sanar.
Hoy Colonia Dignidad se ha reinventado como un centro turístico, con el nombre de Villa Baviera, con hotel y restaurante. ¿Cree que eso ayuda a superar el pasado?
No. Ha cambiado el rubro, pero no la mentalidad. Siempre tuvo un beneficio económico para Schäfer y los jerarcas y todavía lo tiene para los herederos, que están cosechando los frutos de las semillas que sembraron los padres. No existe liberación todavía, la explotación continúa y la justicia todavía no ha llegado hasta donde debería llegar. Es vergonzoso que la gente pueda ir a hacer turismo a un lugar donde bajo la tierra hay cuerpos de víctimas y que todavía por las calles se sienten los gritos de las mujeres y los niños torturados. No es posible ir a quedarse a dormir donde sabías que estaban violando a niños o ir a comer donde antes las mujeres torturadas tenían que preparar esa comida. Es vergonzoso que estén explotando económicamente esa tragedia. La deuda con las víctimas se hace más profunda cuando se ven los beneficios económicos de los herederos de los jerarcas y las víctimas no han recibido ni siquiera una jubilación digna por parte de Alemania o Chile. La injusticia es tan terrible como la tragedia anterior. (rr)