En la lucha por el voto, las tácticas brasileñas difieren de las alemanas
29 de septiembre de 2010A menos de una semana del fin de la campaña electoral, los candidatos a la presidencia entran en una fase de "todo o nada". Los ataques personales entre los contendientes, las palabras y gestos medidos en cada momento y para cada tipo de espectador generan un calor diferente en la disputa. Pero, ¿cómo se conquista un voto?
Los resultados de encuestas de opinión dificultan una interpretación clara de cómo el programa de gobierno, los eslóganes efectistas y la apariencia personal influencian en la decisión de los brasileños. Una encuesta del Instituto Datafolha mostró que el 45% de los electores consideran al opositor José Serra como el más preparado para gobernar, sin embargo, en una segunda encuesta realizada por el mismo Instituto el pasado 24 de setiembre, la oficialista Dilma Rouseff continúa al frente de la intención de voto, con un 49%.
En la víspera de la elección brasileña, los ataques personales son una estrategia que condimenta la disputa por el voto. En Alemania, las críticas son menos personales y más enfocadas en la habilidad de gobernar de los políticos: "Lo que las personas buscan de hecho es descalificar a los adversarios en cuanto a su competencia para gobernar o para hacer negociaciones y tomar decisiones. Eso es lo que ha ocurrido recientemente, con denuncias sobre la falta de espíritu de liderazgo de la canciller Merkel", indicó el investigador Sergio Costa, profesor de la Universidad Libre de Berlín.
Para los alemanes, la vida personal de los candidatos también entra en discusión, pero sobre otros aspectos, como si los candidatos fueron miembros de la Stasi o no. En Brasil, el hecho de que Rouseff haya sido guerrillera no es decisivo para el elector. Lo que más repercute en el imaginario de las personas son los jingles en el horario de máxima audiencia de la televisión, con adjetivos peyorativos y sarcásticos.
Decisión de voto
"A pesar de que el marketing electoral en Brasil es muy desarrollado en el sentido de proyectar a las personas o ponerlas en evidencia, el elector en el fondo quiere saber quién va a atender mejor los intereses personales y de grupo, en ese sentido es igual al elector alemán", indicó Costa.
En Alemania, la población tiende a rechazar a los líderes populistas, apuntó el analista. Después de la traumática historia del país en torno a la figura de Hitler, el énfasis recayó sobre el tenor del programa político. "Antes de ser una disputa en torno a 'quién', es una disputa sobre qué se va a hacer. Cada partido tiene una plataforma que define qué es prioritario y cómo se puede realizar. Si un partido logra demostrar al electorado que sus propuestas abordan las principales prioridades, tiene ganada media elección", afirmó Costa.
En la realidad brasileña, los temas concretos tienden a quedarse en segundo plano. "Durante la campaña electoral, la competencia individual entra en juego para lograr no se sabe exactamente qué. Es decir, eso se discute después", compara el investigador. El plan de gobierno propuesto pesa menos en el caso brasileño, pues lo que se analiza no es exactamente lo que el político dice, sino cómo se presenta y se califica como alguien capaz de llevar a cabo sus ideas.
El peso de la apariencia
En ambos países, las apariencias influyen en el prestigio, el poder y la confianza que los candidatos transmiten, pero por razones diferentes.
En Brasil la manera cómo se hace la política pasa fundamentalmente por la televisión, el cabello, la ropa y la sonrisa tienen un fuerte impacto en la elección de los votantes. Los tres candidatos a la Presidencia cuidan una buena apariencia pública.
Los candidatos alemanas buscan que su apariencia personal se identifique con el electorado al cual se dirigen. Costa ejemplificó: "Si un político del Partido Verde aparece con un auto de 300 caballos, impulsado por gasolina, por ejemplo, ello tendría un efecto ruinoso entre sus partidarios".
La Obligación
Para los alemanes el voto no es obligatorio y esa variable también ejerce un peso importante en las elecciones en ambos países. El elector brasileño se siente en el deber de tomar una decisión, de no votar en blanco o nulo.
En Alemania, cualquier movimiento en falso puede desanimar al elector de expresar su opinión en las urnas. Para el politólogo Karl-Rudolf Korte, un factor importante es que los partidos deben explicar qué eventuales coaliciones de gobierno estarían dispuestos a construir: "Cuando el elector no tiene claro lo que verá después de haber dado su voto, la motivación de participar en la elección cae".
Los brasileños, en la gran mayoría de los casos, no votan por partidos políticos. Sin embargo, hay casos excepcionales: cuando se trata de una elección en la que el presidente más popular de la historia pide el voto para la candidata de su partido. Todo indica que esa situación es un indicativo infalible.
Autor: Nádia Pontes / Vinicio Chacón
Editor: José Ospina-Valencia