En Alemania, la puntualidad es "prueba de buena educación"
21 de diciembre de 2018La puntualidad es tema muy sensible para quien vive en Alemania. Hacer que alguien espere, incluso cinco minutos, puede poner en riesgo una amistad. Llegar a la hora acordada es una demostración de respeto y "la mejor prueba de una buena educación", así lo describió el filósofo, escritor y crítico de arte alemán Gotthold Ephraim Lessing (1729-1781).
Las excusas a la impuntualidad no funcionan en casi ninguna situación. A la supuesta justificación por el retraso seguramente le seguirá una discusión franca y, tal vez, poco amable. Si algo estaba planeado, es necesario cumplir. Y si por algún motivo fue realmente imposible llegar en el horario, hay que avisar de inmediato sobre el retraso.
Para los alemanes, la frase "ah, sí, vamos a cenar un día" significa que hay que tomar la agenda y marcar el encuentro, preferentemente, con la mayor antelación posible. Muchos encuentros también tienen hora de finalización. Es común que alguien diga: "Ok, creo que ahora terminamos. Ya nos podemos ir." No es una falta de educación, sino una costumbre normal.
Si usted citó a su fiesta de cumpleaños para las 19:30, no espere que los invitados lleguen después de las 20 horas: exactamente a las 19:30, alguien tocará el timbre, aunque usted tal vez aún no haya acabado de arreglar la mesa. Un dicho popular alemán dice que "cinco minutos antes de la hora es la puntualidad del alemán". Ni tan temprano ni tan tarde, es la regla.
Si el itinerario dice que su tren pasa a las 8:58, no llega a las 9 horas. Bueno, eso fue hace tiempo. Ahora los horarios de los transportes y sus conexiones son tan precisos y congestionados, que un minuto de tardanza hace toda la diferencia. A menudo los trenes se retrasan, dejando a los pasajeros furiosos. Grandes proyectos y obras suelen ser entregados en el plazo estipulado, pero aquí también hay tardanzas y excepciones.
Para quien tiene la flexibilidad como virtud, o está acostumbrado a las excusas, resulta difícil encajar en una vida escalonada de horarios y compromisos. Pero con el tiempo, y si hay buena voluntad, es posible adaptarse a la puntualidad y entender que, sin organización, es prácticamente imposible vivir en la vida Alemania. Hay hasta un proverbio que lo dice: "A quien llega tarde, la vida lo castiga."
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