Alemania ha dejado de ser líder en acción climática
27 de diciembre de 2018En el verano de 2018, los "Biergarten" (las terrazas de las cervecerías alemanas) estaban a rebosar de gente. Las temperaturas nocturnas rivalizaban con las del sur de Italia. Una sequía nacional arruinó las cosechas e hizo descender tanto el nivel de los ríos que muchas rutas fluviales acabaron intransitables. Los incendios forestales asolaron el país con una intensidad nunca antes vista. Bienvenidos a Alemania en la era del cambio climático.
En un informe especial publicado a principios de octubre, el Panel Intergubernamental sobre Cambio Climático insistió en que los países establecieran nuevos objetivos climáticos más estrictos. De acuerdo con los sondeos de opinión, los alemanes también creen en una mayoría abrumadora que el cambio climático es un problema; son muchos los que están preocupados al respecto.
Al mismo tiempo, Alemania, un país con una gran reputación de liderazgo en protección medioambiental, los tribunales están dictando prohibiciones de conducir vehículos de diésel en cada vez más ciudades porque exceden los límites de emisiones de la Unión Europea. Los políticos organizaron cumbres desesperadas sobre el diésel, pero de nada ha servido. Los potentes coches producidos en Alemania siguen emitiendo demasiadas partículas dañinas. El Gobierno finalmente ha reconocido que el objetivo declarado de reducir las emisiones de gases de efecto invernadero en un 40 por ciento para 2020 es ya imposible de lograr.
La ministra alemana de Medio Ambiente, la socialdemócrata Svenja Schulze, dio una de cal y otra de arena en la rciente Cumbre Climática Mundial celebrada en Polonia. Como los líderes de los países en desarrollo, de las pequeñas naciones insulares y de otros países comprometidos en la lucha contra el cambio climático, Schulze pidió hacer más para afrontar este desafío.
Y, sin embargo, cerró la puerta a las demandas de un fin rápido a la dependencia del carbón. Jennifer Morgan, la directora ejecutiva de Greenpeace International, dijo a Schulze –en plena intervención pública– que la política climática de Alemania se había convertido en un chiste. Schulze no respondió. En Alemania, mientras tanto, el ministro de Asuntos Económicos y Energía, el democristiano Peter Altmaier, dijo que el mensaje de solidaridad de Shulze con los empobrecidos Estados insulares no había sido acordado de antemano, por lo que no representaba la posición de la gran coalición alemana en su conjunto.
Un dudoso honor
El verano pasado, el Gobierno germano reunió a 28 personas de los sectores político, empresarial y científico, así como del activismo ecologista, para recomendar una fecha de cese de la producción de carbón. Se suponía que esto se aclararía en diciembre, a tiempo para la conferencia internacional. Y es que el carbón, y en especial el lignito, es el principal contaminante.
Sin embargo, en una rueda de prensa en Berlín, los mandatarios de los estados federados de Sajonia, Sajonia-Anhalt y Brandenburgo –todos en el este del país– llamaron al Gobierno federal a no poner fecha final al carbón. Al menos 10.000 personas siguen trabajando en las minas de carbón en las regiones orientales de Alemania. En estas zonas, algunas encuestas incluso sitúan a la ultraderechista Alternativa para Alemania (AfD), que niega que el cambio climático sea provocado por la actividad humana, por delante de la conservadora CDU. En ese encuentro con la prensa quedó claro que los líderes de esos estados federados tenían miedo de AfD. Posteriormente, usaron su influencia para garantizar que la comisión del carbón no lograra alcanzar un acuerdo.
Ahora sabemos que la votación sobre cuándo dejar de producir carbón no tendrá lugar en 2019. Un verdadero fracaso. En la conferencia mundial, la organización Climate Action Network dio a Alemania su premio 'Fósil del Día', que entregan a los países que más contribuyen al cambio climático. Arabia Saudí y Estados Unidos lo reciben a menudo. Ahora el ganador es Alemania. Una vergüenza.
Merkel, antaño la "canciller del clima", no ha pronunciado ni una palabra respecto a este asunto. Ya no suma puntos. A la gente le preocupa el medio ambiente, pero la acción real –como construir turbinas eólicas o cerrar minas de carbón– sigue sin llevarse a cabo. El 40 por ciento de la energía que consume el país proviene de fuentes renovables, pero a Alemania todavía le queda mucho por hacer en materia de transporte y construcción. Y tiene que fijarse el día en que se diga adiós definitivamente al carbón. Todo esto son malas noticias, porque necesitan acción.
(eal/lgc)
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