Empresas alemanas abandonan Irak
20 de junio de 2014“Es una tragedia lo que está pasando allí. Espero que en algún momento vuelva la razón y la tranquilidad”. El constructor Ernst-Joachim Trapp, de Wesel, se muestra conmocionado cuando habla de Irak. Desde 1952, la empresa familiar que dirige junto a su hijo está presente en la tierra del Tigris y el Éufrates.
Con 17 años, Trapp acompañó a su padre como traductor. Los contactos mantenidos durante años ayudaron al progreso de la empresa, aclara. Sobre todo, aprendió rápidamente una cosa: “Es importante tener buenos socios que juegan en casa y saben lo que hacen. Al final, es igual si en Bagdad hay rey o parlamento. El poder local está en los jeques. Es así desde hace siglos y si uno tiene buenos contactos, estará bastante seguro“.
Nuevos peligros para viejas estructuras
Con esta base, la empresa de Ernst-Joachim Trapp comenzó en 2012 un proyecto en la provincia Anbar, al oeste del país, y fue sorprendida por los acontecimientos recientes: “Cuando empezamos hace dos años se decía que la zona oeste al lado de la frontera siria era la más segura. Ahora está tomada por Al Qaida o el ISIS”, aclara el empresario de 77 años. Aunque la construcción continúa, ahora solo tiene trabajadores locales. Los ingenieros alemanes se fueron por razones de seguridad. Y también Siemens y otras empresas internacionales siguen el ejemplo desplazando a su gente a regiones más seguras o fuera del país.
Anbar es junto a Nínive y Salaheddin una de las tres regiones en conflicto en Irak ,confirma Steffen Behm, de la Cámara de Comercio e Industria Alemana (DIHK). La organización asesora a todas las empresas para que tengan el máximo cuidado y retiren a sus trabajadores, aclara el director para la región del norte de África y Medio Oriente. “Hay informes que indican secuestros de trabajadores indios y turcos. Es una señal clara de que estas regiones no son seguras para las empresas en este momento”. La DIHK cuenta con dos oficinas en Irak: En el norte, en Erbil, capital de la región de Kurdistán, y en Bagdad, capital del país. Desde estas oficinas, los expertos apoyan a las empresas alemanas para buscar de socios comerciales locales fiables, a la vez que asesoran en materia de seguridad en cooperación con la Oficina de Exteriores.
Grandes oportunidades y grandes problemas
Según la DIHK, actualmente hay unas 30 empresas alemanas que actúan en los alrededores de Bagdad y en la ciudad portuaria de Basora. En la región autónoma del Kurdistán, son unas 40. En los últimos años, las firmas alemanas participaron sobre todo en el sector de la logística, construcción y sanidad, así como en la generación y suministro de energía, aclara Behm: “A partir de 2008, el interés de las empresas alemanas en Irak aumentó y se desarrollo positivamente. Pero hay que reconocer que ha bajado algo en los últimos dos años, debido al empeoramiento de la seguridad”.
El año pasado, Alemania exportó a Irak mercancías por valor de 1.300 millones de euros, la sexta nación más importante dentro de la región árabe. En comparación con los Emiratos Árabes Unidos (10.000 millones de Euros) y Arabia Saudí (9.000 millones), Bagdad queda relegada a un nivel secundario. Sin embargo, el país no solo ofrece perspectivas por ser la segunda reserva mundial de petróleo, apunta Steffen Behm: “Irak tiene cerca de 80.000 millones de dólares de reservas en divisas. Ese capital está destinado a infraestructuras y proyectos de inversión, pero de momento están bloqueados. Entre otras cosas, porque el parlamento iraquí todavía no aprobó sus presupuestos para 2014”.
Entre esperanza y temeridad
Precisamente por eso, los planes están parados desde hace meses. Pero en cuanto el presupuesto sea aprobado, comenzarían los proyectos planeados para un futuro cercano y las empresas alemanas podrían acceder a lucrativos contratos, dice el experto e la DIHK. Pero no para todos: “Los que están allí y estuvieron presentes en la época del embargo podrán volver pronto en cuanto se tranquilice la situación. Las nuevas empresas tardarán un poco más”.
Ernst-Joachim Trapp, constructor y conocedor del país, se muestra reservado sobre el futuro de Irak: “Si lo supiera, sería el mejor asesor para Obama y muchos otros”, dice con una sonrisa afirmando: “El pueblo iraquí y los dirigentes que yo conozco son bastante razonables y espero que encuentren una solución para volver a unir el país y poder construir un futuro mejor.