Electrosmog: enfermedad y negocio
1 de febrero de 2006Desde hace años médicos y científicos discuten sobre el peligro de la contaminación electromagnética para la salud humana. El funcionamiento de la célula y el sistema nervioso esta basado en la existencia de corriente directa y energía pulsada y por ello se cree que el uso de teléfonos móviles, de computadoras, de relojes radiocontrolados, hornos de microondas, radares y otros equipos que generan campos electromagnéticos (CEM), producen distorsiones en las células humanas.
Las consecuencias inmediatas son molestias como insomnio, trastornos en el carácter y falta de concentración. A largo plazo el peligro potencial es mucho mayor. Se dice, por ejemplo, que el uso de teléfonos móviles daña el cerebro, que llevarlos durante años en el bolsillo del pantalón provoca impotencia en varones. Se cree también que los trastornos celulares conducen al cáncer o provocan enfermedades relacionadas con el envejecimiento de las células nerviosas, como el mal de Alzheimer.
Nuevo estudio
La Universidad de Augsburg, al sur de Alemania, inició a principios de año un proyecto de investigación para determinar los efectos de las frecuencias electromagnéticas y de teléfonos celulares en el ser humano. El estudio, bajo dirección del Profr. Alois Loidl, será concluido en el verano del 2007. Interrogado sobre los avances hasta ahora y personal opinión sobre el peligro potencial del smog eléctrico, Loidl dijo que la respuesta a dicha pregunta está abierta. "Hasta ahora se ha investigado poco sobre los efectos de este tipo de campos electromagnéticos sobre células vivas", subrayó.
La Oficina Federal para la Protección contra Radiaciones, en alemán, Bundesamt für Strahlenschutz, junto con fabricantes de teléfonos celulares, destinaron 17 millones de euros a 50 distintos proyectos de investigación, entre ellos el de la Universidad de Augsburg. La dependencia gubernamental realizó una encuesta entre la población el año pasado, según la cual un 9% adolece de molestias provocadas por la contaminación electromagnética, esto es, más de siete millones de alemanes.
Un nicho de mercado
Entre ellos se encuentra el caso de Isolde Steinlein, una jubilada de 62 años que empezó a tener dolores de cabeza desde que unos técnicos instalaron una antena frente a su dormitorio. Pese a que probó incluso medicina alternativa y acupuntura, nada la liberó de las molestias, hasta que encontró un anuncio en el periódico sobre productos contra el electrosmog. Un ingeniero llegó a su vivienda "armado" de una antena y un medidor de radiaciones electromagnéticas. El especialista recomendó la compra de unas cortinas especiales con hilos de plata con un costo de 700 euros, que Steinlein está dispuesta a pagar sin pensarlo dos veces, tan desesperada está por las molestias.
En el mercado hay ya todo tipo de productos que prometen protección, entre ellos, alfombras, enrejados, camas y hasta chips. La asociación de protección al consumidor advierte a la población del peligro de fraude, pues muchos productos son excesivamente caros y no necesariamente tienen el efecto deseado. Mientras no se tenga certeza sobre los efectos del la contaminación electromagnética lo único que puede recomendarse es precaución.