Elección de Bolsonaro en Brasil: "Democracia en riesgo"
29 de octubre de 2018Die Zeit, de Hamburgo: "Un peligro para la libertad, las minorías y el clima global”
Jair Bolsonaro favorece la represión y no le gustan los derechos humanos, más sí la dictadura militar. Su elección como presidente de Brasil pone en peligro la democracia. El electo presidente de Brasil, Jair Bolsonaro, es un peligro para la libertad. El militar reservista se presentó en su campaña electoral como presunto "salvador de la nación”. El que ahora vaya a ser el presidente, es un paso gigantesco hacia el autoritarismo. El estilo de gobierno de Brasil, el país más grande de Sudamérica, influirá en toda la región.
Brasileños de todas las capas sociales votaron por Bolsonaro. Los evangélicos, con su plan de familia radicalmente conservadora, reclutaron a millones de votantes por Bolsonaro en los barrios pobres. Por otra parte, las elites adineradas y educadas lo eligieron porque temen por sus privilegios. Los militares, a los que incluirá en su gobierno, lo apoyan, así como los terratenientes del cabildeo agrario, a quienes les quiere entregar la Amazonía para la explotación económica. Un hecho que convierte su presidencia en una amenaza para los pueblos indígenas de Brasil y para el clima global.
Bolsonaro está a favor de la pena de muerte y está convencido que solo un policía que mata a un criminal es un buen policía. Contra la violencia desenfrenada, quiere armar a los ciudadanos, contra todas las experiencias que dicen que eso solo generara más violencia. Muchos lo han comparado con el presidente de Estados Unidos, Donald Trump. Pero Bolsonaro recuerda más a Rodrigo Duterte, el presidente filipino, quien justifica el asesinato de miles de personas en su autoproclamada "guerra contra las drogas". Unos días antes de la votación, Bolsonaro también anunció "purgas" sin precedentes para expulsar a sus oponentes del país, porque son "delincuentes rojos".
Bolsonaro divide. A través de WhatsApp su gente difundió mentiras y medias verdades durante la campaña electoral. Sus partidarios se dejaron infectar de odio, los periodistas críticos han sido amenazados y atacados físicamente. La violencia contra quienes piensan diferente se disparó en la campaña electoral. Bolsonaro ha despertado grandes expectativas entre sus electores, aunque nunca ha explicado qué va a hacer, concretamente, contra la corrupción, por ejemplo. ¿Cuánto tiempo le darán sus electores si no cumple las promesas?
Neue Zürcher Zeitung, de Zurich: "Coqueteo con el autoritarismo"
La ira contra la élite política y el miedo a la inseguridad y el empobrecimiento son tan profundos que muchos brasileños optaron por el candidato de ultraderecha, Jair Bolsonaro, en quien ven una oportunidad de cambio. Pero subestiman el peligro que el candidato presidencial representa para la joven democracia de Brasil.
Bolsonaro no reta como cualquier persona cuerda, él cuestiona todos los logros de la sociedad brasileña. Describe las reglas democráticas de juego como la tiranía de la mayoría. Antes de la elección amenazó con no reconocer los resultados, si no ganaba. Y no excluyó una intervención militar. Parece que Bolsonaro puede permitirse cualquier cosa, solo por ser Bolsonaro.
Las raíces de su éxito se encuentran en el año 2012. En esemomento, la historia de éxito de los gobiernos del Partido de los Trabajadores (PT) comenzó a colapsar. Tras años de bonanza, los precios de los productos básicos empezaron a caer, la economía se estancó y el consumo se desaceleró.
La elegida sucesora de Lula, Dilma Rousseff, no supo reaccionar. La inflación subió, Brasil cayó en recesión y el desempleo aumentó. La alianza de Lula entre ricos y pobres comenzó a desintegrarse. En verano de 2013, hubo masivas protestas antes de la Copa Mundial de Fútbol. La denuncia: ¿Por qué el Gobierno tiene dinero para construir estadios de fútbol y no escuelas u hospitales?
El rechazo y la ira contra la corruptela del PT son comprensibles. Pero ese odio visceral es irracional. El PT no es el único partido corrupto en Brasil. Es más, fue gracias a los gobiernos del PT que en Brasil se empezó a investigar la corrupción.
Si Bolsonaro pone en práctica su retórica autoritaria, la joven democracia de Brasil estaría en un peligro que muchos aún subestiman. Basta con mirar a su vecino Venezuela, en donde Hugo Chávez, elegido democráticamente, y su sucesor Nicolás Maduro desmontaron las instituciones democráticas, y poco a poco instalaron una dictadura. En Brasil, un país que creía haber llegado al futuro, puede ser catapultado por Bolsonaro al pasado, cuando los militares dictaban.
Süddeutsche Zeitung, de Múnich: América Latina y los falsos profetas
Hace unos años, parecía que América Latina lo lograría. En torno al cambio de siglo, la mayoría de los países parecía estar camino a la estabilidad, la alternancia democrática del poder, produciendo un crecimiento económico significativo y un progreso social que redujo la pobreza. ¿Retrocede América Latina a los tiempos de golpes y dictaduras?
Nicaragua, Venezuela y Brasil son demasiado diferentes para explicar el deterioro de la democracia en América Latina. Pero hay similitudes arraigadas en la historia: la mala gestión, la pobreza y la violencia son el núcleo de un sistema económico basado en la dependencia que surgió durante la era colonial.
Es el extractivismo de los recursos naturales lo que ha producido las élites dominantes, tanto en el Golfo Pérsico como en el Amazonas. En donde ha habido industrialización y progreso, como en Brasil, el efecto no fue sostenible, porque la productividad no fue lo suficientemente fuerte para eliminar la extrema desigualdad social, como en casi toda América Latina.
Una o dos legislaturas no son suficientes para cambiar un mal de siglos. La pobreza y la desigualdad generan violencia, dos razones por las que hoy caminan miles de hondureños rumbo a EE.UU. Una caravana que podría influir allí en las elecciones intermedias.
América Latina sigue siendo un productor de materias primas, con las que pocos se enriquecen y muchos empobrecen. Un sistema que produce falsos salvadores y verdaderos dictadores.
(er)