Elecciones europeas: ensayando los siguientes comicios
2 de junio de 2009Alemania elige en septiembre de 2009 un nuevo parlamento y cualquier otra votación que se celebre el presente año queda presa de esta gran cita con las urnas. También los comicios europeos. La campaña electoral con vistas al organismo comunitario discurre ya desde hace algunas semanas, con bastante discreción. En ella se habla de todo, menos de los asuntos que conciernen a lo que se decide realmente el próximo domingo.
Son los detalles los que revelan que tras la escenificación electoral se esconde un mensaje que no va dirigido a recaudar apoyos para sentar a más o menos diputados en Bruselas y Estrasburgo, sino en Berlín. En rueda de prensa, la Unión Cristianodemócrata (CDU) y la Unión Cristianosocial (CSU) animaban conjuntamente a los ciudadanos a votar el 7 de junio: un evento en el que no participaba ningún cabeza de lista, pero en el que sí estaban presentes la canciller alemana y dirigente de la CDU, Angela Merkel, y el jefe de la CSU, Host Seehofer. Las preguntas de los periodistas se centraban en las elecciones de septiembre. Principalmente, los informadores querían saber por qué los dos partidos hermanos no habían logrado en esta ocasión presentar un programa conjunto y se conformaban con compartir una simple “llamada a la participación”.
La CSU tiembla
El motivo de la falta de programa único hay que buscarlo dentro de Alemania y no en los más amplios límites de Europa: porque la CSU le teme una debacle en los comicios europeos, se aferró a una exigencia que la CDU no estaba dispuesta a poner por escrito. La petición es una que los mismos cristianosociales han rechazado con anterioridad: someter a referendos nacionales las decisiones importantes a nivel europeo, como las modificaciones en los tratados o la aceptación de nuevos miembros.
Después de que las consultas populares en Francia y Holanda hicieran fracasar al proyecto de constitución europea y que el acuerdo negociado con posterioridad, el Tratado de Lisboa, permanezca estancado por la voluntad de los irlandeses, expresada vía papeleta, lo último que necesita Europa son más referendos, opinan los democratacristianos, pero también de los diputados europeos de la CSU.
Pero la CSU tiene miedo. Miedo de una agrupación llamada Votantes Libres. Ésta concurre por primera vez a unas elecciones europeas y lo hace colocando las consultas populares en su lista de objetivos. El pasado otoño, Votantes Libres logró escaños en el Parlamento bávaro y acabó así con la larga regencia en solitario de los cristianosociales en este Estado federado. Ahora, la CSU podría incluso perder todos sus asientos en la Cámara europea, lo que sería equiparable a un descenso del Bayern Múnich a segunda división: terrible para el partido, sobre todo a unos meses de que se juegue la "Champions League", las elecciones generales alemanas.
Cayendo en la propia trampa
Para lograr representación en el Parlamento Europeo se necesita obtener al menos el cinco por ciento de los votos emitidos en Alemania. El porcentaje limítrofe fue incluido en su día por presión de la CSU, que quería dificultar el envío a Europa de candidatos de extrema derecha. Los cristianosociales, a pesar de recaudar papeletas sólo en Baviera, siempre estuvieron por encima de este mínimo. Incluso después de los malos resultados en las pasadas elecciones regionales seguiría la CSU obteniendo un holgado porcentaje, considerablemente por encima del seis: en caso, eso sí, de que en el sureño Estado la participación electoral sea tan alta como en el resto del país. Y aquí reside el problema.
En Baviera, la votación coincide con el fin de semana de Pentecostés. Muchos electores podrían estar de vacaciones, lejos de las urnas. En otros siete Estados federados se han fijado elecciones municipales paralelas a las europeas, de manera que en ellos más ciudadanos podrían sentirse incentivados a ir a depositar su voto. Hace unos meses, la CSU respiró aliviada después de que un tribunal exigiera postergar los comicios a nivel de las administraciones locales en el muy poblado Estado de Renania del Norte-Westafalia. Pero eso no le asegura nada a los de Múnich. Rompiendo lanzas por los referendos, la CSU espera retener a los seguidores que amenazan con desertar y apoyar a los Votantes Libres.
Nervios entre los democratacristianos, relajación en las filas socialdemócratas. ¡Siga leyendo!
La CDU nerviosa, el SPD tranquilo
De los aprietos por los que pasa la CSU no puede alegarse de ningún modo su hermana mayor, la CDU. Baviera siempre ha sido un desproporcionado contribuyente al porcentaje de votos del equipo conservador. Y en los próximos comicios europeos, los bávaros podrían arrastrar en su caída a los cristianodemócratas. Según las encuestas, el dúo CDU/CSU se colocaría por debajo del 44,5 por ciento obtenido en las últimas elecciones al Parlamento Europeo.
Aún peores cifras pronostican los institutos demoscópicos para el principal competidor de las uniones, el Partido Socialdemócrata (SPD). Y, sin embargo, éste se enfrenta a los comicios con mucha más tranquilidad: su resultado de hace cinco años fue tan desastroso que las cosas sólo pueden ir a mejor. En junio de 2004, con la popularidad del entonces canciller Gerhard Schröder por los suelos, los socialdemócratas recaudaron con un 21,5 por ciento de los votos el peor resultado de su historia en unas elecciones europeas. Ahora esperan punturar pidiendo mayor control de los mercados financieros y apoyándose en el eslogan “Por una Europa social”, temas difíciles de contraatacar para la CDU.
Oportunidades para los pequeños
El partido La Izquierda, sin embargo, no está dispuesto a aceptar que el SPD se cuelgue la etiqueta de “social”. Bajo la dirección de Schröder, los socialdemócratas “convirtieron en aceptable el 'dumping' social”, critica el jefe de los izquierdistas, Lothar Bisky. Cuando estuvo en el gobierno, el SPD podría haber implantado el salario mínimo que ahora tanto reclama, recuerda el pequeño partido. Con observaciones como ésta, La Izquierda gana apoyos y las encuestas la sitúan por encima del 6,1 por ciento que logró en los pasados comicios europeos.
Los liberales, que hace cinco años recaudaron también un 6,1 por ciento de los votos, podrían en esta ocasión incluso duplicar el resultado. Ellos pescan votantes entre los desencantados por el alejamiento que en los últimos tiempos han emprendido los partidos tradicionales de los principios de la economía de mercado. Y también la demanda de que la lucha contra el terrorismo no restrinja los derechos individuales le otorga simpatizantes al Partido Liberal de Alemania.
Los terceros entre los pequeños, los verdes, lograron en las pasadas elecciones europeas un 11,9 por ciento y con ello el mejor resultado de su historia. A pesar de que no tienen motivos para temer recortes en el número de apoyos, podrían darse por satisfechos si logran repetir el porcentaje. En una campaña electoral dominada por la crisis económica, los ecologistas han intentado posicionarse a la izquierda; pero ahí, entre el SPD y La Izquierda, queda poco espacio libre.
Votantes impredecibles
Todos los pronósticos de cara a los comicios europeos tienen como condicionantes dos grandes incógnitas. La primera es la participación. Desde 1979, el año en el que se instauró la elección directa de los miembros del Parlamento Europeo, la participación ha pasado en Alemania del 65,7 por ciento al 43 por ciento de 2004, y no resultaría sorprendente si el domingo prosiguiera esta tendencia a la baja. Esto dificulta las previsiones, ya que la pereza electoral podría no afectar a todos los partidos por igual.
Por otro lado, no está claro cuántas papeletas irán a las formaciones que normalmente no obtienen representación parlamentaria. Desde el Partido de la Familia hasta el Partido Pirata, que exige acceso libre y sin restricciones al material que circula por Internet, la cantidad de partidos no establecidos que concurren a las elecciones del 7 de junio es particularmente grande. Puesto que algunos ciudadanos no se toman la cita europea en serio, los votos dados en broma o las papeletas que acaban engordando la cuenta de partidos extremistas, aunque no se coincida con su ideología, son frecuentes. Sobre todo los ciudadanos decepcionados aprovechan la ocasión para repartir castigos. Y, en tiempos de “gran coalición” como los actuales, los desencantados suelen ser muchos.
Todas estas cuestiones pueden verse reflejadas en la campaña electoral que están realizando los partidos alemanes. Los grandes llaman principalmente a acudir a las urnas. En Baviera la CSU recuerda en gigantescos carteles que también se puede votar por correo. Mientras, a los candidatos al Parlamento Europeo, aquellos a quienes realmente se elige, apenas se les ve.
Autor: Peter Stützle
Editor: José Ospina Valencia