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Elecciones en Israel: muchos ganadores y perdedores

Rainer Sollic
10 de abril de 2019

Todo parece indicar que el conservador Benjamin Netanyahu volverá a gobernar Israel, a pesar de las acusaciones de corrupción en su contra. Rainer Sollich comenta el impacto de las elecciones.

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Parlamentswahl in Israel
Imagen: picture-alliance/dpa/O. Weiken

Todo parece indicar que Benjamin Netanyahu será otra vez el próximo primer ministro de Israel. El resultado estuvo muy reñido, pero la mayoría de los israelíes optó por la coalición de fuerzas nacionalistas, ultraconservadoras y religiosas. El premier israelí se ha beneficiado, sobre todo, de los "regalos" del presidente de Estados Unidos, Donald Trump: el traslado de la embajada de Estados Unidos a Jerusalén y el reconocimiento de la anexión de los Altos del Golán como territorio israelí en 1981, a pesar de que forma parte de Siria, según el Derecho internacional.

El siguiente paso de Netanyahu podría ser comenzar a anexionar los territorios poblados por Israel en Cisjordania, en caso de que Trump esté de acuerdo. El primer ministro ya anunció que quiere hacerlo. No tiene que temer que en su país opongan resistencia, porque las elecciones han demostrado claramente que, en vista de las graves amenazas procedentes de la región, sobre todo de Irán y la vecina Franja de Gaza, los ciudadanos de Israel apuestan por la seguridad en vez de las negociaciones o el diálogo. Los que siguen creyendo en un acuerdo justo con los palestinos, carecen de relevancia política.

Rainer Sollich, redactor de DW.
Rainer Sollich, redactor de DW.

¿Está Netanyahu "debilitado"?

El bloque nacionalista de derecha puede considerarse el ganador de estas elecciones, incluso si Netanyahu sufriera un tropiezo político debido a las investigaciones de corrupción anunciadas contra él en las próximas semanas. Puede ser que esté "debilitado" a pesar del éxito electoral, como aseguran algunos observadores. Pero la verdad es que ni el gran rival de Netanyahu en estas elecciones, el exjefe de Estado mayor Benny Gantz, ni ningún otro político destacado israelí tomarían un rumbo básicamente diferente con respecto a los palestinos y a los vecinos árabes como tampoco se atreverían a devolverle sus "regalos" al presidente de Estados Unidos.

A pesar de todo, la gran ganadora de estas elecciones es la democracia israelí. A pesar de la fragmentación de los partidos políticos y los muchos conflictos internos de la sociedad, Israel es la única democracia en la región, quizá a excepción de Túnez, cuyos resultados electorales no están bajo sospecha de fraude. Cuando Netanyahu se convierta en jefe de Gobierno por quinta vez, estará más tiempo en el cargo que Abdelaziz Bouteflika, el líder argelino que renunció recientemente.

Los palestinos pierden

Estas elecciones también tienen sus grandes y trágicos perdedores: sobre todo, palestinos y árabes que viven en Israel. Muchos de ellos se ven a sí mismos como palestinos. Pueden votar, pero esta vez apenas lo han hecho, porque una ley estatal nacional iniciada por Netanyahu los había degradado a ciudadanos de segunda clase por ser una minoría no judía. Esta ley es y seguirá siendo políticamente escandalosa, pero es muy improbable que pueda derogarse o modificarse en un futuro próximo y, mucho menos, con el primer ministro Netanyahu.

Los grandes perdedores son los palestinos en la Franja de Gaza y Cisjordania. Donald Trump anunció que, poco después de las elecciones israelíes, daría a conocer sus planes de paz para Oriente Medio. Habrá que ver cómo serán exactamente y qué concesiones exigirá a Israel. Pero con toda seguridad, los palestinos tendrán que tomar lo que les den. A diferencia de los israelíes, apenas deciden sobre su propio destino y no pueden esperar apoyo real de los Estados árabes, porque durante décadas, estos regímenes han usado la cuestión palestina como una herramienta populista para legitimar su propio dominio con la "hermandad" del panarabismo o panislamismo, como lo siguen haciendo aún Turquía e Irán. En verdad, es poco probable que la mayoría de los regímenes árabes, y especialmente Arabia Saudita, se preocupen mucho por el destino de los palestinos. Su nuevo y principal enemigo es el mismo que el de Netanyahu: Irán.

(rmr/er)

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