Una Grecia en crisis, a las urnas
4 de mayo de 2012En la década de los ochenta, cuando Manolis Mavrommatis era estudiante de sociología, se lo conocía en todo el país por sus reportajes deportivos. Su locuacidad y velocidad en las emisiones en vivo –que recordaban mucho la manera sudamericana de reportear desde el estadio- le granjearon simpatías y el apodo de “Manolo”. Favorito del público, como político fue ganando experiencia también como diputado europeo.
En estas elecciones, en el distrito electoral de Atenas, Mavrommatis es candidato el conservador “Nea Dimokratia”, cuyo bastión es precisamente la capital griega. En las últimas elecciones de 2009, que el partido tuviese representación parlamentaria estaba sobreentendido; en estas elecciones, no. Las encuestas prevén una caída histórica para los conservadores, aglutinados en torno al ex ministro griego de Exteriores Antonis Samaras. Los socialistas de Evangelos Venizelos no están mejor. Ambos partidos tradicionales podrían sentirse satisfechos si al final de la jornada electoral obtuviesen juntos un 40 por ciento de los votos, según los sondeos.
“No creo que ambos partidos lleguen sólo a un 40 por ciento; sería una catástrofe que haría de Grecia un país ingobernable en uno de los peores momentos de su historia”, opina Mavrommatis. En su opinión, las encuestas son sólo reflejos momentáneos y ambos partidos lograrán soldar los pilares de sus bases para los comicios. En su opinión, todavía es posible que los conservadores sobrepasen el 30 por ciento.
Atenas como Weimar
Imposible no es, pues la demoscopia indica que el 30 por ciento de los electores se niega a responder; el pronóstico se ha tornado tan difícil como el dilema electoral: decidirse por fuerzas pro europeas y votar a favor de la política de austeridad o dar el voto a los movimientos de protesta y poner en peligro el futuro del país.
“Lo que los políticos del movimiento de protesta llevan como lema no es serio”, afirma Mavrommatis. El uno propone no pagar los créditos; el otro habla de una separación inmediata de la Unión Europea; otros se declaran a favor del euro, pero en contra del plan de ahorro. “No es posible recibir 130 mil millones de euros de créditos sin que haya que dar algo a cambio”, declara el político conservador.
Con todo, once partidos tejen esperanzas de lograr representación en el Parlamento. Y observadores internacionales advierten de esta situación, similar a la de la República de Weimar, antes de la ascensión al poder del nacionalsocialismo: en Grecia como en la Alemania de entonces, los movimientos extremos de izquierda y derecha esperan sacar provecho de la ira popular debido a los recortes y al desempleo.
A ello se suma, así Jannis Anastassakos, politólogo e investigador de mercado, que hasta el momento se elude la cuestión de la responsabilidad política en el camino hacia esta situación económica. Por ello, las elecciones ofrecen una oportunidad de pasar cuentas a los grandes partidos que han estado en el poder en los últimos cuarenta años y que han llevado a Grecia a la miseria. En ello al elector no le falta responsabilidad, acota el experto.
Radicales de derecha en el Parlamento
“Desde hace cuarenta años el país sufre un proceso de degradación, en el cual sus instituciones y organismos de control están en manos de los partidos”, denuncia Anastassakos. Ésa ha sido la base de un clientelismo político que la entrada a la Unión Europea y los créditos baratos no hicieron más que fomentar. Ahora el sistema ya no funciona y los políticos temen por la decisión desesperada de sus propios clientes. Anastassakos estudió en Francia y colaboró con el partido socialista francés. Para él es especialmente triste que ahora en Grecia el partido Chryssi Avgi, Alba Dorada, tenga buena resonancia en su país y la posibilidad de entrar al Parlamento; según las encuestas obtendrían un seis por ciento de los votos. “Han llegado para quedarse”, subraya con temor el politólogo.
Lucha por los electores
“Casi siento vergüenza de decirlo, pero es justo en los electores menores de 25 años que los radicales de izquierda y los derecha, como Crhyssi Avgi, tienen mucho éxito. Parecería que las ideologías totalitarias del siglo XX renacen en los jóvenes electores griegos”, se queja Anastassakos, añadiendo que uno de los elementos que alimenta esta tendencia es la incapacidad de los políticos de poner coto al problema de la inmigración ilegal.
Con miras a las elecciones, ambos bandos echan mano al conocido instrumento de promesas económicas, poco más. El conservador Samaras habla de reducción de impuestos y de renegociación de los créditos y el socialista Venizelos promete que a partir de junio no habrá nuevos impuestos. Sólo Lucas Papademos, el primer ministro actual, se atreve a llamarlos a la realidad: en una carta dirigida a ambos líderes, el ex vicepresidente del Banco Central Europeo les recuerda las acordadas medidas de austeridad a ser puestas en práctica inmediatamente después de las elecciones. Ellas incluyen recortes salariales, aumentos impositivos y reducción de plantillas públicas.
Autor: desde Atenas, Jannis Papadimitriou/mb
Editora: Emilia Rojas