Elecciones en Ecuador: ¿el fin de la campaña permanente?
24 de abril de 2009Diversos componentes permiten calificar de singular la jornada electoral del 26 de abril en Ecuador. Según los pronósticos, de estas votaciones –en las cuales cerca de 10 millones de ecuatorianos están llamados a elegir presidente y representantes nacionales- saldrá reelegido el actual presidente Rafael Correa. El 47 por ciento de los sufragios que obtendría Correa le conferiría una victoria inusual.
La política, dividida
El amplio y atomizado panorama de partidos del país –en el cual en primera vuelta suelen presentarse más de una decena de grupos- ha hecho hasta el momento siempre necesario que haya una segunda ronda para elegir entre los dos candidatos con mayor votación.
Esta vez –con 13 listas- mucho parece indicar que las reformas constitucionales ejecutadas durante los apenas dos años de Gobierno de Rafael Correa, su alta popularidad y la débil y fragmentada oposición le permitirán obtener más del 40 por ciento de los votos necesarios para lograr que sea el primer mandatario ecuatoriano en ser reelegido para un nuevo período desde que el país andino volviera al régimen democrático en 1979.
¿El fin de un proceso?
Al anunciar el envío de la comisión de observadores europeos, la comisaria europea de Relaciones Exteriores, Benita Ferrero-Waldner, aseveró que con esta jornada electoral “culmina un proceso de reformas políticas que ha sentado nuevas bases políticas y socioeconómicas del país”, un proceso que ha pasado en dos años por varias convocatorias a urnas: para decidirse a favor o en contra de la nueva y vigésima Constitución, para elegir su Asamblea Constituyente y luego para aceptarla.
Que cada una de estas veces, el proyecto de Rafael Correa y su Alianza PAIS – la plataforma de amplio espectro político que lo apoya- haya salido victoriosa le confiere una legitimidad innegable.
Este 26 de abril podría terminar “esta permanente campaña electoral”, como califica el proceso Claudia Detsch, analista de la Fundación Friedrich Ebert, en su artículo Was will Correa? (¿Qué quiere Correa?).
Oposición muy débil
Inusual en este momento político del Ecuador es también la debilidad de la oposición. Si en campañas anteriores –incluyendo la primera vuelta de 2006-, los partidos del ala conservadora tenían candidatos fuertes, en esta convocatoria ningún contrincante parece representar un verdadero obstáculo para un presidente Correa que sigue prometiendo una “revolución civil” y “el fin de la noche del neoliberalismo”.
Pronósticos recientes dan un 13 por ciento al magnate bananero Álvaro Noboa –el contrincante de Rafael Correa en la elección anterior. Un 11 por ciento obtendría el ex general Lucio Gutiérrez, a quien un levantamiento popular sacó de la presidencia en el año 2005. Un seis por ciento de los votos recibiría Martha Roldós -hija del popular presidente Jaime Roldós, muerto en una accidente de aviación en 1981-; ésta representa una alianza de centro izquierda, indígenas y desencantados de Alianza País.
“A pesar de la clara dominancia de Rafael Correa, los partidos conservadores no pudieron ponerse de acuerdo para conformar una oposición digna de ser tomada en cuenta”, subraya Mechthild Minkner-Brünjer, analista del Instituto para Estudios Globales de Hamburgo, en su artículo Ecuador vor den Wahlen. Geht Correas “Bürgerrevolution” weiter? (Ecuador ante las urnas. ¿Continúa la “revolución civil” de Correa?).
Cabe puntualizar que más de una década de profunda crisis de representatividad de los partidos tradicionales ha hecho posible el fenómeno Correa, no es al revés. Así se entiende que a la oposición casi el único factor que la une sea cierta animadversión por el actual mandatario.
“A pesar de esta desolada situación, no son capaces de sacar conclusiones que los lleven a enfrentar el desafío”, puntualiza por su parte Detsch.
Una línea difusa
Después de dos años en el Gobierno a nadie le queda muy claro cuál es la línea política de este economista de 46 años con títulos de Lovaina e Illinois. La plataforma que lo llevó al poder aglutinaba un amplio espectro de corrientes sociales de fuerza considerable: intelectuales, sindicatos, maestros y la Confederación de Nacionalidades Indígenas.
Éstos son los principales desencantados: la nueva Constitución no les confiere los derechos y garantías esperados, sobre todo en cuanto a la utilización de los recursos naturales en sus territorios. En 2008, parte del movimiento indígena retiró su apoyo al proyecto de Correa.
Aunque Correa mismo -cuyo carisma va de la mano con un marketing profesional de su persona y su programa- se denomina representante del “Socialismo del Siglo XXI” y no esconde sus simpatías por el controvertido presidente venezolano Hugo Chávez, tanto indígenas como ecologistas califican sus acciones en cuanto a recursos naturales de neoliberales.
El escándalo por las supuestas relaciones de su Gobierno con las FARC, el abuso de medios estatales con fines de propaganda política para su programa, el enriquecimiento ilícito de ciertos miembros de su gabinete e irregularidades en los contratos con las petroleras son manchas oscuras en su historial que logran pasar el charco y hacerse eco en la prensa del Viejo Continente.
Y si bien, hasta ahora, su popularidad se ha basado en mucho en una política de subsidios, es de temer que la baja de los precios del petróleo y la reducción de las remesas de los casi tres millones de trabajadores ecuatorianos en el extranjero pongan los puntos sobre la íes y obliguen al Gobierno –tan pronto pasen las elecciones- a mostrar una línea clara: recortar subvenciones será imprescindible, coinciden las analistas. Y los movimientos sociales no se harán esperar, vaticinan.
Hasta eso, el tan anunciado socialismo del Siglo XXI y –como suele vérselo en Europa- que se una al nuevo eje de la izquierda latinoamericana que opta por la nacionalización de los recursos, fuertes cambios estructurales, la refinanciación de la deuda o el abandono de la dolarización son ráfagas, vendavales o fantasmas que giran en torno a un carismático personaje.
Su escenario es una nación que ha optado repetidas veces en los últimos 30 años más por “figuras fuertes” que por programas y su electorado es una población que conoce muy bien lo que significa vivir en un país sin instituciones sólidas.
Autora: Mirra Banchón Ramírez
Editor: Enrique López Magallón