Elecciones en Chile: con un pie en Europa y otro en casa
3 de noviembre de 2013
Nunca antes en la historia reciente de Chile hubo tantos candidatos en una elección presidencial. Los comicios del 17 de noviembre tendrán en la papeleta a nueve políticos provenientes de los más diversos sectores, desde una dirigente social hasta una exjefa de Estado. Las encuestas, en todo caso, no dan tanto margen para la especulación. Es muy probable que Michelle Bachelet gane; lo que no se sabe es si será en primera vuelta o será necesario un balotaje. Parte del misterio radica en que será la primera elección presidencial con voto voluntario.
En esa amplia panoplia, hay varios presidenciables que han escrito una parte de su biografía en Europa o Estados Unidos. Sin ir más lejos, los cinco principales tienen alguna relación con el Viejo Continente. Bachelet, por ejemplo, vivió y estudió en Berlín, Potsdam y Leipzig, en Alemania. La candidata de la derecha, la exsenadora Evelyn Matthei, estudió y trabajó en Londres. El referente del Partido Progresista, el exdiputado Marco Enríquez-Ominami, creció y estudió en París, hasta donde llegó exiliado con su madre tras el golpe de Estado de 1973. El economista Franco Parisi, además de sus antepasados italianos, trabajó para un Instituto de Economía de Madrid. Y el independiente Marcel Claude hizo un Master en la Universidad de Lovaina, en Bélgica.
Patricio Navia, cientista político y profesor de la New York University, piensa que el hecho de tener un bagaje fundado o potenciado en el extranjero da un plus a los políticos. “En Chile no es visto como una debilidad estudiar en el extranjero, sino como una fortaleza. Aprender cosas fuera es útil. Pero siempre es importante que las lecciones aprendidas en otros lugares sean puestas en un contexto que haga sentido a Chile. Por eso, los candidatos siempre hablan de su preparación fuera, pero evitan dejar la impresión de que quieren copiar lo que allá aprendieron”, analiza el especialista.
Casi todos pasearon por el mundo
Navia explica a DW que “las historias de vida personales marcan las visiones de mundo de las personas. Bachelet vivió en Berlín, pero también en Washington. Ya que todas las sociedades aspiran a mejorar, las experiencias exitosas que los candidatos conocen debieran ser un modelo a seguir, mientras que las otras experiencias debieran ser ejemplos a no seguir. Creo que Berlín le enseñó a Bachelet los problemas del comunismo y, si bien ella no se desencantó rápido, es evidente que la presidenta aprendió en Alemania que una sociedad controlada desde el Estado no es una buena idea”.
En el caso de Matthei, quien figura segunda en las encuestas y fue exministra del Trabajo del actual mandatario, Sebastián Piñera, “vivió en Londres en un momento difícil de Europa. Probablemente aprendió más de los problemas e insuficiencias del capitalismo que de sus puntos fuertes. Pero, de todos modos, creo que ella valora mucho las fortalezas del capitalismo y de un Estado sólido, pero ágil, producto de su paso por Londres. Enríquez-Ominami, en cambio, aprendió de Francia los valores de la diversidad. Él se siente mucho más cómodo que la mayoría de los chilenos viviendo e interactuando con gente que es distinta a él”, apunta Navia.
El influjo europeo continúa más allá de los nombres más mencionados por los chilenos cuando se les pregunta quién quieren que gobierne el país sudamericano entre 2014 y 2018. El candidato regionalista Ricardo Israel, por ejemplo, estudió licenciatura en Derecho en la Universidad de Barcelona y luego un doctorado en Ciencias Políticas en la Universidad de Essex, en Inglaterra. El ecologista Alfredo Sfeir, por su parte, trabajó durante años en Ginebra, Suiza, y estudió en Estados Unidos sus doctorados. El independiente Tomás Jocelyn-Holt, en tanto, cursó sus estudios primarios también en EE.UU., donde vivió durante diez años.
Entre Merkel y la RDA
Una prueba de cómo Europa influye en las elecciones, más allá de las biografías personales de cada aspirante a la primera magistratura, la encontramos en unas declaraciones de Evelyn Matthei del martes 28 de octubre, donde opinó sobre el programa de Gobierno de Bachelet: “El proyecto nuestro apunta a la Alemania de Merkel, en cambio el proyecto de Bachelet apunta a la Alemania del Muro de Berlín”, dijo la presidenciable. A la candidata de la Nueva Mayoría -el nuevo nombre que usa la Concertación que gobernó entre 1990 y 2010-, suele recordársele su paso por la RDA, donde estudió Medicina en la Universidad de Humboldt en Berlín, se casó en Potsdam y estudió alemán en Leipzig.
Matthei, que cursó sus estudios primarios en el Colegio Alemán de Santiago, trabajó en la embajada de Chile en Londres, ciudad donde estudió piano. El caso de Enríquez-Ominami también es muy simbólico. Creció en París, en un barrio de inmigrantes, donde conoció una educación pública que sueña replicar en Chile. El candidato del Partido Progresista (PRO) dice a DW que “haber sido educado en un liceo público francés, mejor que muchos privados que conozco en Chile, me permitió darme cuenta de que es posible un sistema público que entienda la educación como un derecho. A eso aspiro, a un sistema garantizado que no discrimine por la billetera o creencia de los padres”.
La pregunta que queda dando vueltas es si, en una sociedad tan desigual como la chilena, los votantes ven en los estudios o las experiencias en el extranjero de sus políticos una virtud o una prueba patente de que se trata de una casta de privilegiados. Navia contesta: “Los chilenos ya saben que los políticos son una casta de privilegiados. No es un tema que esté en discusión. Pero hay privilegiados que optan por estudiar fuera y otros que nunca salen del país. La gente valora que los políticos se hayan preparado y hayan aprendido cosas fuera. Eso es un valor que suma”.