Bolivia: la espada de Damocles de la inestabilidad
15 de octubre de 2020Por primera vez en 18 años, el nombre de Evo Morales no figura en la papeleta electoral en unos comicios presidenciales bolivianos. No obstante, las elecciones del 18 de octubre giran en torno a él. El expresidente, exiliado en Argentina, envía a la lid electoral a un hombre de confianza, Luis Arce, quien fuera ministro en el gobierno del Movimiento al Socialismo (MAS). "Volveremos”, prometió Arce al cierre de la campa campaña en Santa Cruz. Según las encuestas, entre un 30 y un 40 por ciento del electorado así lo desea.
Sobre todo indígenas, campesinos y gente pobre de la ciudad esperan del MAS que logre dejar atrás la crisis del coronavirus y retome la senda de los éxitos económicos de los años del socialismo. Pero por lo menos igual cantidad de bolivianos temen el retorno del MAS, porque para ellos Morales derivó en los últimos años en el autoritarismo y el nepotismo. "Si gana el MAS, no habrá piedad con la oposición”, señala el exparlamentario opositor y profesor universitario Ajandro Colanzi, en conversación con DW.
La situación política se ha tensado en extremo en Bolivia. Las elecciones en realidad deberían servir para calmar los ánimos tras el conflicto postelectoral del año pasado, que llevó al país al borde de una guerra civil. Pero la socióloga María Teresa Zegada considera improbable que los comicios devuelvan la calma a Bolivia. "El MAS amenaza con no reconocer un resultado que le sea desfavorable”, dijo la docente de la Universidad de Cochabamba a DW. "Si gana la oposición, se verá permanentemente confrontada con la presión de los movimientos sociales controlados por el MAS”, opina. A su juicio, es posible que retorne la inestabilidad de los años 90. Una posibilidad que pende como una espada de Damocles sobre las elecciones.
En busca de estabilidad
Sobre todo los empresarios temen posibles disturbios. "Precisamente ahora, en la crisis del coronavirus, necesitamos estabilidad, seguridad para planificar y un Estado que sea socio de la empresa privada y no la coarte”, afirma Pedro Colanzi, presidente del Instituto de Comercio Exterior, con sede en Santa Cruz. En ese departamento vive un 30 por ciento de la población, y se genera también un 30 por ciento del PIB del país.
"Con el MAS nos amenaza el autoritarismo, pero también la oposición ha cometido errores y ha desperdiciado una gran oportunidad”, señala Alejandro Colanzi, exparlamentario del partido Unidad Nacional. Con escándalos de corrupción, gestos religiosos fundamentalistas y expresiones racistas, el grupo que rodea a la presidenta interina, Jeanine Áñez, sembró en muchos bolivianos temores de que la antigua elite no esté preocupada del bien del país, sino de sus prebendas, y sofoque los avances sociales.
Además, este sector se presenta dividido a los comicios: el académico moderado Carlos Mesa, a quien las encuestas asignan un 30 por ciento de respaldo, representa más bien a una clase media urbana liberal. La élite empresarial ultraconservadora apuesta en cambio por el populista de derecha Luis Fernando Camacho, que podría conseguir cerca de un 15 por ciento de los votos. El hecho de que no retire su candidatura a favor de Mesa no obedece solo a animosidades personales, sino también a un cálculo político, según la socióloga Zegada. "La élite económica especula con que podría ser el factor que incline la balanza en el futuro parlamento, de modo de poder imponer sus intereses”.
"Arce no es Morales"
Esa división podría allanar el camino al candidato presidencial del MAS, Luis Arce. De acuerdo con la ley electoral boliviana, para ganar en la primera vuelta se necesita un 40 por ciento de los votos y una ventaja de 10 puntos sobre el candidato que obtenga el segundo lugar. A juicio del politólogo Diego von Vacano, esa sería la mejor solución para el país: "Arce no es Morales, sino un tecnócrata cosmopolita y la única garantía de que el país no recaiga en una era neoliberal y privatice, por ejemplo, las reservas de litio”.
De acuerdo con las encuestas, Arce perdería, sin embargo, ante una oposición unida en la segunda vuelta.
Pero, independientemente de quién gane, para el próximo presidente será complicado gobernar. En eso coinciden los analistas. Y los bolivianos ven su futuro con pesimismo. En una encuesta realizada en internet por la Fundación Friedrich Ebert entre multiplicadores, el 78 por ciento de los consultados dijo que el país va por mal camino. Un 57 por ciento cuenta con que haya violencia en torno a las elecciones, y un 80 por ciento muestra preocupación por la economía y la creciente pobreza.
(er/cp)