Elecciones en Bielorrusia: una farsa esperada
24 de septiembre de 2012Nada fue democrático en las presuntas elecciones democráticas organizadas por Lukashenko, que rige esta antigua república soviética desde hace 18 años. La pregunta es ¿para quién hace este show Lukashenko?
El pueblo bielorruso sabe que no tiene ningún poder político. Peor aún: tras las protestas contra los resultados de la elección presidencial de 2010, cunde el temor. Muchos de los que votaron lo hicieron por miedo a represalias. Lukaschenko tampoco organizó elecciones para darle participación a la oposición, puesto que no estaba permitida.
La farsa electoral sirvió, tal vez, para hacerle creer a más de un incauto europeo que la democratización reclamada por la Unión Europea es real.
Hace cuatro años Lukashenko hizo lo mismo, con éxito. En 2008 las elecciones parlamentarias fueron tan faltas de libertad como las de este domingo. Solo que aquella vez muchos políticos europeos quisieron creer, ya fuera por ingenuidad o razones geopolíticas, que en la Bielorrusia de Lukashenko el cambio era posible.
Pero, a más tardar en 2010, cuando reprimió las protestas después de las elecciones presidenciales, para la mayoría de los europeos debió haber quedado claro que la democratización con Lukashenko es imposible.
Los más grandes seguidores de la farsa de Lukashenko deben estar en Moscú. Seguro que Putin se alegra al leer en los diarios que “Lukaschenko es el último dictador en Europa”. Eso lo saca a él mismo de la mira y hace ver a Rusia bajo mejor luz.
Desde hace años se sabe que la clave de la democratización bielorrusa está en Moscú. Pero los europeos no pueden creer que el Kremlin vaya a hacer algo. No porque Putin simpatice con Lukashenko, sino porque Moscú quiere a Bielorrusia como una zona de amortiguamiento entre Europa y Rusia, que no mire hacia Bruselas. Por eso es que Lukashenko puede hacer lo que quiera.
Autor: Ingo Mannteufel
Editora: Emilia Rojas